que una gota de lluvia 'convierte en barro en los jardines burgueses; y desde entonces ha reînado la confusión de las fantasías personales, mientras que, lentamente, la fórmula naturalista se completaba y se imponía. Sólo nuestros hijos podrán mostrarla clara y establecerla, pues nosotros estamos aun demasiado acalorados a causa de la lucha, para tener la çalma necesaria. De ahí provienen todas nuestras lamentables exageraciones, nuestra lengua todavía empenachada, nuestra observación deinasiado especialmente, dirigida sobre determinados asuntos. Toda revolución comienza así, por violencia enfadosa. Es necesario esperar a que se funde el nuevo Estado.
Es como el estrépito vacío de la Prensa, esa ola de baja literatura que llena la inteligencia pública y desespera a los verdaderos escritores.
Verdad es que la cosa que se da allí un resultado democrático que inquieta. Sólo que, como en toda evolución humana, se deben poner a un lado las miserias y las vergüenzas.
Por otra parte, la Prensa realiza una útil labor; es la vanguardia de la democracia, difunde la ectura y ensancha nuéstro públicoes muy propia, no