Excur
EMANCIPACIÓN DE LA MUJER
Sonó la hora de su libertad
(Contestación expresa) I
Dosde liacc más de dos mil años, prevalece el derecho roma- no en la vida civil de las naciones, con algunas variantes de- bidas al feudalismo, al renacimiento, a las Decretales del dere- cho conónico, a la legislación visigoda española, a las costum- hres germánicas, de los galos e itálicos, de la época revolucio- naria francesa, ete.; pero la trama de derecho ecmún en la familia, los bienes, los contratos y las sucesiones, continúa asentada en los mismos fundamentos del Corpus juris romani de la época de Justiniano.
Y, en esa legisiaeión, el matrimonio ereaba una potestas, donde había un jefe, un amo y una persona sometida, inca- pacitada, bajo el gobierno y la absorción autoritaria y ¡jurídi- ca del marido, jefe de la familia, con amplísimas facultades, sobre los hijcs, los bienes y la mujer.
Con pocas atenuaciones, esos antecedentes legislativos están incrustados en nuestro Código Civil, que pudo aprovechar los nuevos códigos de España, Estados Unidos (Luisiana, Nueva York) y Prusia.
TI
Sabido es que el cristianismo, por sus orígenes, por la creen- cia del próximo fin del mundo, por su ascetismo y espirituali- dad tan acentuada; por la exaltación de la virginidad, como estado de pureza moral y muy superior al matrimonio y a la vida familiar, según lo pretende justificar con los conventos de ambos sexos; por el mismo celibato de los clérigos y frai- les, adaptado a los varios siglos de predicación; por el menos- precio hacia la mujer emanado de los Evangelios, de los San- tos Padres y de los Concilios; por las exigencias de proselitis- mo militante, defensa de persecuciones, aspiración al predomi- nio del poder y acomodo a la catástrofe mundial temida, — sabido es que no contemplaba con buenos ojos el rol social, la dignidad y la emancipación de la mujer: se la toleraba eomo
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