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ENEIDA.


XC.

En cólera creciente se inflamaba
Alecto oyendo á Turno; y Turno, yerta
Paró la vista, áun bien de hablar no acaba;
Espantosa vision le desconcierta,
Convulsivo terror sus miembros traba.
¡Así disforme á demostrarse acierta
La Furia, al propio sér vuelta de lleno!
¡Tanto silban las hidras de su seno!

XCI.

Y ya con vista que abrasando mata,
Al jóven, que algo, en la ocasion estrecha,
En balde de añadir medroso trata,
Sus ojos tuerce y la intencion desecha;
Y dos gemelos áspides desata
De la crin ruda de serpientes hecha,
Chasquéalos su mano, ira rebosa,
Y esto agrega con boca ponzoñosa:

XCII.

«¡Mira la ilusa aquí, la asombradiza,
A quien el peso de los años, buena
Mujer, con temorcillos martiriza!
¡La que de especies vanas anda llena
Viendo entre reyes empeñada liza!
Torna, torna á mirar, si no te apenar
Furia soy de los reinos infernales;
Guerras llevo en la mano y fieros males!»