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pútese lo que se quiera) queda reducida á esto solo: si Dios le ha colocado donde no debia?

Lo que llamamos injusto respecto al hombre no solo puede, sino que debe ser justo respecto al todo. En las obras de los hombres, aun las mas bien acabadas, mil movimientos combinados escasamente producen aquel fin que uno se propone. En las de Dios un simple movimiento no solamente produce su fin, sino que también contribuye á alguna otra operación. De esta suerte el hombre, que aquí parece el ser principal, tal vez hace un papel secundario respecto á alguna esfera desconocida, y es solo el móvil de alguna rueda, ó el instrumento de algún otro fin; pues solo vemos una parte, pero no descubrimos el todo.

Cuando el caballo arrogante conozca por qué el hombre le refrena en su orgullosa carrera, ó le hace volar por las llanuras; cuando sepa el buey estúpido por qué abre la tierra en surcos, ó por qué es coronado de guirnaldas convertido en Dios de Egipto, entonces comprenderá la orgullosa estolidez del hombre el uso y fin de su ser, de sus acciones y pasiones, por qué obra, sufre, se reprime ó mueve, y por qué en este instante es un es-