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asolar una parte, pero se preserva el todo. Navegamos de diversos modos en el vasto océano de la vida; la razon viene á ser la brújula; pero la pasion es la brisa ó el viento; ni hallamos solo á Dios en la calma, antes bien anda sobre las olas, y se pasea sobre los vientos.

Las pasiones, asi como los elementos, aunque nacidas para combatir, no obstante combinadas y templadas se unen en la obra de Dios. A estas basta moderarlas, y hacer uso de ellas sin destruirlas. Mas ¿puede el hombre destruir aquello que compone al hombre? Bástale á la razon no desviarse del camino de la naturaleza, sujetarlas, refrenarlas, y seguir á estay á Dios.

El amor, la esperanza y alegría, comitiva risueña del placer; el odio, el temor y el disgusto, compañeros del dolor, mezclados con arte, y contenidos en sus debidos límites, forman y mantienen la balanza del alma; son las luces y las sombras, cuyo contraste bien entendido hace toda la fuerza y colorido del cuadro de nuestra vida. Siempre tenemos los placeres á nuestra disposicion ó á nuestra vista; y cuando unos cesan, otros se ven á lo lejos. Aprovechar los presentes, y buscar otros para en adelante, es toda la ocupacion del