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Página:Ensayo sobre el hombre (1821).djvu/38

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una idea cualquiera, al instante salimos con otra, pues no habia de habérsenos dado en vano la vanidad. De este modo el amor propio se transforma, mediante un divino impulso, en una balanza para pesar las necesidades agenas por las propias. ¡Ea! Confiesa al menos una verdad, de que siempre sacamos un gran consuelo, y es que aunque el hombre es necio y loco y Dios es la misma sabiduría.


EPISTOLA TERCERA.

DE LA NATURALEZA Y ESTADO DEL HOM-
BRE CON RESPECTO A LA SOCIEDAD.




Quedamos en que la causa universal obra solo por un fin; pero por leyes diferentes. En la lozanía de la salud, en la pompa del orgullo, y durante la altanería de la opulencia tengamos presente de dia y de noche esta verdad; pero mas presente todavía cuando instruyamos ú oremos.

Tendamos la vista por ese mundo, y contemplemos la cadena de amor que lo reúne y enlaza todo, asi acá abajo c^mo encima de nosotros. Vemos la naturaleza plástica trabajando para este fin, y ve-