Pudiera objetarse que las razones que justifican que los suecos se abstengan de imitar lo francés, no pueden aducirse para hacernos desistir á nosotros de desdeñarlo, porque la comunidad de raza, la afinidad de sentimientos y los vínculos históricos en cierto modo asimilan nuestra idiosincrasia á la de la nación vecina.
Prescindiré aquí de desvanecer el error que cometen los que se contentan, prescindiendo de analizar transcendentales matices, con abarcar bajo la denominación de latinos á iberos, franceses é italianos; prescindiré de recordaros cuan considerable es el elemento germánico que integra la nacionalidad fran- cesa, cuan digno de tenerse en cuenta el arábigo y el africano que es factor importante en la nuestra; prescindiré, en fin, de analizar de cuan diverso modo y bajo la influencia de cuan distintas circunstancias se han desarrollado las nacionalidades latinas, y me limitaré tan sólo á afirmar que los pueblos