lengua se ha expresado jamás una honda pena con la candorosa energía que rebosan las endechas de Jorge Manrique? ¿Cuál es capaz de sugerir al lector con más acierto el sentimiento de la apacible serenidad de la vida campestre que la no igualada sencillez de las estrofas de Fray Luis? ¿En qué léxico europeo encontraremos las piedras preciosas con que labran Calderón ó Zorrilla sus joyas deslumbrantes?
El error que trato de combatir con las citas que preceden no sería tan lamentable si se limitara á revestir el carácter de una opinión; pero es funesto porque aspira á ser una bandera. El admitirlo como artículo de fe presta alientos á la holganza de la juventud, quien en vez de luchar con pertinacia por arrancar al idioma nacional el abundante tesoro de sus secretos, no duda un momento de la derrota y se lanza por otros campos en busca de filones cuya riqueza es problemática.
El más vibrante y poderoso resorte que en