Página:Estudios de lírica contemporánea.djvu/48

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argentina y personal, es captada con■ictivamente demostrando que, detrás del sujeto textual, se esconde un sujeto empírico que se a■rma ideológicarnente como sujeto y asume como propio tal dilema aunque se esfuerce por dejar hablar a su objeto: la lengua (aquí expresada débilmente). Espantapájaros, de 1932, “Al alcance de todos” (los que, por supuesto, sean capaces de aceptar y entender la novedad de la escritura), cierra un ciclo de Girondo y señala la a■rmación de su estética: la poesía se levanta como signo icónico al corporizarse en calidad de pura materia signi■cativa. El sujeto encuentra un signi■cante propio y constituye el camino hacia una poesía auténtica en la que, al sacri■car su unidad, se ‘conforma lingüísticamente. Tal ímpetu, provoca la aparición de una nueva textualidad que requiere de su lector una captación más dinámica y totalizadora: lo obliga a sumergirse sensorial y sensual- mente en el lenguaje, formar parte de su productividad y participar activamente en el trabajo de otorgación de sentido. La Voz, el Cuerpo, triunfan y se apoderan del Espacio; y, desde allí, el sujeto, negando lo que lo rodea (aun a sí mismo cuando consigue objetivarse), puede lograr su a■rmación. La poesía con la que se inicia el libro permite a dicho sujeto de la enunciación erguirse como existencia lingüística -hecha de ■bras y deseos humanos-. Surge la negación que, al destruir los significantes anteriores, se constituye como principio generador, y permite que ese sujeto pueda conformar su idiolecto cuya presencia tiene la marca morfológica YO que, mientras estructura la realidad, la signi■ca. Tres palabras fundamentales recorren el texto y son: Lenguaje, Deseo y Muerte, porque más allá de su signi■cado habitual, forman parte de la praxis en la que se funda el trabajo de la escritura girondiana. Esta actividad se inicia como operación inteligente, simbólica, como autoproducción: des■guración de sistemas simbólicos y como mutilación de los propios símbolos. Se trata, entonces, de un sujeto que intenta disolver cualquier inmediatez cosi■cada (aunque esté cautivo en ella) y acceder a una mediación desfetichizante e iconoclasta: crítica de las ideologías. Del vaciamiento de esa realidad cotidiana surge este tipo de escritura que anticipa las marcas de Girondo del segundo ciclo. _Su-juego lingüístico (según el concepto de Wittgenstein) sintetiza el proceso de simbolización como la actividad capaz de unir acción y pensamiento, y de regular la comunicación a través de la praxis literaria restaurada. En Girondo dicho proceso se revela originando una “escisión" que la lectura productiva puede indagar gracias a la interacción comprendida en el medium del sujeto que la informa. No es dicho sujeto en su juego lo que interesa; sino el juego visto por el actor del mismo. Podemos comprender esta simbolización como una semiosis, que se defme por . la sustitución y la representación: esto es", proporcionar, a través de la negación, una nueva presencia de lo negado, y conservar a éste sustitutivamente como elemento representado en una estructura simbólica de orden. Se diseña aquí, la opacidad, propia de los sujetos hablantes, de introducir lo real en un sistema de signi■cación utilizando operativarnente signos y símbolos (7). Surge, de este modo, una estructura transitiva -triádica- en la que el sujeto mismo actúa como instancia mediadora que, en su intento por recomponer fonnas desimbolizadas, “socia- liza” el proceso. Este enfrentamiento se ve también en textos donde la ausencia de una palabra