Amir y Arasi vu
— ¡Estás dispuesto?...
— ¿Pues no he de estarlo? Si en alma y vida. soy tuyo, jovencito. Lo que sí, ¡hum!
— Hum... ¿qué?
— ¿Qué? Nada y mucho.
— Nada y mucho, es algo — dijo Amir echando á andar al lado de su compañero — y yo quiero saber el significado de ese algo.
Panchito parecía enfurruñado.
— Yo soy más viejo que vos — dijo.
— Es indudable — confesó Amir.
— Y sé más bien lo que le está bien y lo que le está mal á cada cual — siguió Panchito, impertur- bable.
-- Y ros sos entoavía... añadió.
— ¿Qué soy todavía ?
— Un...
— Un...
— Un muchacho que...
— Un buen muchacho que no deja de ser... ¡un muchacho! dijo Amir exasperado. ¿Es eso lo que quieres decir, tunante ?
Panchito se puso á silbar.
— Contesta, entrometido, le dijo Amir. Me estás haciendo un poco caso que me obliga á tratarte mal. No tienes sesos y eres un cabeza de chorlo.
Sin duda te empeñas en ver en mí, al jovenzuelo que tanto te ha entretenido de pequeño. Pues sabe que hace ya mucho tiempo que me afeito la barba y que es menester que no veas en mí al inocente rapazuelo, sino al joven que ya puede pensar con alguna certidumbre en su porvenir propio.
Panchito hiizo una mueca.
— Que se afeita la barba... ¡ya te querés dar corte! ¡no hay duda! dijo en voz baja y burlona.