Amir y Rrasi 131
CAPÍTULO TI
Madre de mi vida: — estoy en la ciudad de M*** sano y bueno.
Ya ves, sólo por este dato, que las guerras no son tan malas como las pintan. ¿Piensas todos los ins- tantes en mí. madre de mi alma? — Yo pienso en tí, ronstantemente y constantemente ruego al cielo que me perdones y que seas feliz. Perdón, sí, te pido, mamá mía. ¿Qué quieres?... No puedo pensar que sólo es noble la defensa, cenando se hace, en contien- da furiosa, contra el extranjero que intente usur- parnos lo que sólo es nuestro.
También un ideal es solo nuestro, mamá mía, y yo, que amo una causa, he venido á prestarle el apoyo de un brazo más.
Perdóname, pues, mamá querida, si te he dejado, si he huído para no verte llorar en el momento doloroso de la partida.
Antes de marchar... tú estabas entregada al sueño y parecías feliz, porque tu rostro estaba tranquilo. ¡Si me hubieras visto, mamá! — lloraba, lloraba por tí, por tu dolor, cuando al despertar supieras que ya no estaba... Entonces comprendí todo el terror de una separación que bien podía ser eterna. Posé mis labios en tu frente y con más un- ción que nunca, rogué á Dios que no te hiciera muy desgraciada.
Hubiera querido detenerme un instante más... ¡Pero la patria me llamaba! Te dije adiós, con una mirada larga, muy larga, ¡muy larga! Te miré más
