Amir y Arasi 145
un suspiro, mientras sus labios pronunciaban muy bajito: —“* La esperanza ”.
— ¿Conoce usted el significado? — preguntó la vieja con voz fría y áspera y como escudriñando e el semblante de Arasí, el efecto que sus palabras la habían causado.
La joven la miró fijamente.
— SÍ, conozco — eontestó sin inmutarse — pues poseía unas iguales y solía sacarme la suerte yo misma, por entretenimiento.
— La bruja clavó una mirada sarcástica en el angelical semblante de la niña y dejó caer las cartas.
— Es la primera vez que se me ofrece la ocasión de mirar de cerca, el rostro de una descreída—mur- muró y clavó su mirada de lince en los ojos de Ara- si.— La pobre joven se estremeció visiblemente y alargó el brazo para apartar á la hechicera que se aproximaba con expresión más bien hostil.
Don Andrés se interpuso rapidamente entre Arasí y la bruja, que retrocedió sonriendo y como dando muestras de una broma y volvió á tomar las car- tas esparcidas y refunfuñó alzando el segundo montón: Malas aventuras. Alzó al punto el tercero y diciendo: Vamos á sacar la buena ventura á una atéa añadió. mirando la carta: — corazón ino- cente. Arasí temblaba, arrepentida y llena de miedo. zón inocente. Arasí temblaba, arrepentida y llena, de miedo.
Reunió la hechicera, los tres montones, consecuti- vamente, y comenzó á alisarlos sobre la mesa, colo- cando una por una las cartas, del modo que ya conocemos.
Amir y Rrasi, 10.