Amir y Arasi 15
CAPÍTULO TIM
Sigamos á Panchito.
No hacía aún un cuarto de hora que había dejado el saladero, cuando llegó á las primeras casas del pueblo llamado ** La Cuchilla ”.
Sin el más leve movimiento de Pancho, para dete- nerla, detúvose su jaca á la puerta de una casa de pobrísima apariencia.
A esta casa, hacía honores un almacén malamente surtido.
— Panchito era muy popular; todo el mundo le conocía, llamándole unos, Francisco, otros sencilla- mente Panchito ó bien, Pancho y no faltaba quien le llamara Francisquito ó Francisquiño.
— ¡Oh, don Pancho! díjole el almacenero que se hallaba tumbado esneima del mostrador y pasaba revista con la mirada, á los panecillos de dos centé- simos colocados sin simetría alguna en sendos canas- tos y á los durísimos quesos apiñados en montón, para los que hubiera deseado Panchito tener dien- tes de roedor.
Una boina azul suspendíase de un clavo, á manera de banderilla.
Este almacenero se llamaba... Lo cierto es que le habían bautizado con el nombre de Pedro. Se llamaba, pues, don Pedro, pero todo el mundo le decía: el almacenero.
Nosotros vamos á llamarle así.
Panchito penetró resueltamente al almacén y ex- elamó.