Amir y Arasi ta1
Siento á veces una conformidad alentadora y con calma em someto á esta ausencia combinada; pero me acomete de improviso tal deseo de verla, tal deseo de amarla, de tenerla para mí solo, que no soy dueño de mi y quisiera tener alas para volar á su lado. Hace más de medio año que no la veo y Amir se dijo aún:
¡No! — es menester que yo la hable ¡es necesario que de nuevo la diga qeu la adoro, pues esta misma ausencia, aumenta mi cariño y cada día la amo más y más!-— Y Amir, para refrescar su freute abrasada, salió de nuevo al patio.
¡ Benditas noches de luna! — ¡poesía sublime!
En ausencia del terrible, “La brocha” los travie sos pebetes de la casa vecina, trepábanse sin pena so- bre los ladrillos y la cal amasada. Ahora podían ju- gar á sus anchas, — ¿No valía su hermoso regocijo mucho más que los gritos que daría al día siguiente el soberbio “la brocha???
Amir, desconsolado, miró con enternecimiento á los chicos; un deseo vehemente llevólo casi incons- cientemente hacia las criaturas.
— Queridos — murmuró con dulzura ¿quieren ve- nir á hacerme compañía? estoy solo y ustedes podrán distraerme.
¡ Ah! respondieron en coro los chicos. “La brocha ”” nos dijo ayer, que él es más malo que un tigre y por eso, solo nos divertimos ahora cuando ya se ha mar- chado. — Así, empezó Amir, trabando amistad con los niños, con ánimo de conseguir luego su propósito, esto es: hablar de Arasi. $
— ¡Ustedes todos son hermanos? — preguntóles entonces.
— Todos somos hermanos de Luisa y de Maris
- Ina.
