Amir y Arasi 215
CAPÍTULO XVII
¿Me perdobas lector?...
Pues decíase que el señor Progreso andaba pa- seando por la República, en flamante automóvil y con traje de chaffeur — y ¡qué alegre vería el
señor Progreso! — ¡Diablo! se decía — fer.': simo es el suelo de este país y guapísimos sus mue hos. Y... ¡no hay más! — añadía el señor P-. reso
Tenía yo que venir en automóvil que si vengí t... ¿Cómo diantre se llama? — ¿Carreta? ¡Ah, eso es! ¡carreta! Pues, que si vengo en carreta, desqui- ciando mis escrúpulos, me pasan por encima como á un cangrejo, sin hacer caso de mi facha per- sonalísima. ¡Bombas! ¡pues son bien poco galan- tes á fé de quien soy! Y ¡cómo que no se me descom- pagine el automóvil! —¡ Ah!¡ah! — eso de andar en automóvil por la ciudad, es muy cómodo pero ¡cate! que bien dicen que la campaña es fiera. ¡ A cambiar de medios de conducción !... ¡Miren sí!... Esto no dejará de tener los visos de una chifladura de mal vánero. Brr, brr, brr... ¿La diligencia?... ¡Mi Dios! ¿La carreta ?—¡uf!—que matraca para un don tal como yo. ¿El caballo?— ¡madre amantísima! — al primer paso que dá, allá me vuelca de cuerpo entero como á Baco.
¡Esto si que se llama hacerla buena! ¿y qué he de hacer ahora de mis buenos propósitos?
— No hay más: vámonos á pie. —¡Y allá se fué el señor Progreso, levantándose de una zanja, me- tiéndose en otra, trepando á una cuchilla y dando
