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Amir y Rrasi 41 eorreetísimo caballero brasileño miró compasiva- mente al joven. Le tendió la mano; hasta la vista, mi joven amigo — le dijo — Amir volvió el rostro; una lágrima se deslizaba por su mejilla. ¡Qué me ha dicho usted, doctor! — repitió. Mi padre es aún un hombre joven. El médico le dió un golpecito en la espalda. — No tema usted, — le dijo gravemente — la ciencia lucha siempre. Tengo grandes esperanzas de salvar á don Alvaro. Y repitió también: ¡es un hombre joven!