60 Margarita Eyherabide cate—y la voz de don Alvaro se debilitaba;— tengo que hablarte, comprendo que mi fin se acerca ¿qué se va á hacer? Para todo, existe la confor- midad. La muerte es una ley ineludible; si no llega hoy, llegará mañana, su plan es infalible. Escucha... presta atención: — Era muy joven aún é irreflexi- vamente disgustéme con mi hermano Jorge. No pudo convencerme y me dejó marchar; entonces vine aquí, donde trabajé como socio primero y más tarde como dueño principal del saladero. Este es un suceso tan reciente que no es menester que te dé mayores explicaciones á su respecto pues no te son desconocidas. Ese trabajo ha coneluído... para siempre!... . s
Aquí don Alvaro sintió una convulsión; el joven se aproximó con presteza. No hable usted más, papá; todo lo comprendo muy bien — murmuró con la voz entrecortada...
— ¡Sí! — continuó diciendo don Alvaro con acento más ronco: el paso de la vida á la muerte... Nueva convulsión le sobrevino... —¡No continúe usted! y Amir con el corazón transido de terror, cayó de rodillas, sosteniendo entre sus manos, la pálida cabeza de su padre.