Amir u Arasi 61
CAPÍTULO XII
Es el mes de Agosto; — fecha precisa: día 14. Año... 1888.
El tiempo ha sido verdaderamente destemplado y días antes de la fecha que señalamos con interva- los de lluvia tranquila y reposada han caído verda- deros golpes de agua.
El día ha amanecido lloviendo torrencialmente. El río ha salido de su cauce.
Es un espectáculo imponente y hermoso á la vez, el que ofrece éste, presentándonos una vista del mar.
Crece la corriente como una marea desafiadora ; las aguas claras y espumosas. barren las más altas ramas de los árboles. Es un run-run ineomprensi- ble, magníficamente doloroso, emocionante esplén- dido...
Crecen las aguas como si desde el fondo de la oscura cuenca, en arte maquiavélico, reventase. hir- viendo en ondas espumosas, el líquido, reverbe- rante entre las revueltas de un torno mágico...
— Op, Op, Op — se siente de improviso, alzarse en gritos plañideros en la orilla opuesta. Los gritos se repiten en satírico desconcierto: — las voces lejanas se sienten como si el genio del descalabro hallara eco para hacer venir hasta los corazones apartados, la fuera de su poder omnipotente... Y, unido al grito que emplea el ganadero, para hacer llegar la res extraviada, una única voz, alta, terri- ble, desgarradora, exclama: ¡ Auxilio!
