Amir y Rrasi 19
CAPÍTULO XIV
En el campo, siempre que se ve llegar un carrua- je. se piensa políticamente quién ó quienes podrán ser los que vengan y qué vendrán á hacer.
Á pesar de haber visto á Amir, observar la veni- da del coche y manifestar cierta indiferencia con su encogimiento de hombros, no hizo lo mismo doña Jova, quien, corrió presurosa á su alcoba, compuso sin coquetería, pero prolijamente su tocado, y salió al corredor. Una pareja de perros negros y grandes salió corriendo y dando fuertes alaridos. Panchito se apresuró á ponerlos en vereda, gritándoles varias veces: fuera, fuera. Los dóciles animales volvieron á la casa, paso á paso. Panchito aprovechó un mopiento para gritar á doña Jova: patrona; vienen unas señoras. —¡Ah! se dijo doña Jova ¿quienes podrán ser? Creo que no tengo ninguna amiga.
Con una gentileza exquisita recibió sin embargo á sus visitantes.
Un caballero, que bajó primero del coche ofreció la mano á una señora morena y bella, de grandes ojos negros; luego ayudó á bajar á una linda eria- tura de rostro de angel.
—¡Ah!— murmuró doña Jova —señor Goncal- ves, al fin tengo la satisfacción de volver á verle y esta vez en compañía de su esposa y su niña ¿es en efecto, la niña de ustedes esta linda criatura?...
El señor Goncalves hizo una perfecta reverencia de salón y en portugués, exclamó: