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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/108

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Domingo F. Sarmiento

DOMINGO F. BARMIENTO cer «federaciones» cada vez que un hombre ó un pueblo se sienten sin respeto por una autoridad nominal y de puro convenio. Así, pues, había esta otra manzana de discordia en la República, y los partidos, después de haberse llamado realistas y patriotas, congresistas y ejecutivistas, pelucones y liberales, concluyeron por llamarse federales y unitarios. Miento, que no concluye aún la fiesta; que á don Juan Manuel Rosas se le ha antojado llamar á sus enemigos presentes y futuros «salvajes, inmundos, unitarios», y uno nacerá «salvaje» estereotipado allí dentro de veinte años, como son federales hoy todos los que llevan la carátula que él les ha puesto. ¡Cómo se reirá en sus adentros ese miserable de la imbecilidad de los pueblos!

Pero la República Argentina está geográficamente constituída de tal manera, que ha de ser unitaria siempre «aunque el rótulo de la botella» diga lo contrario. Su ilanura continua, sus ríos confluentes á un puerto único, la hacen fatalmente una é indivisible. Rivadavia, más conocedor de las necesidades del país, aconsejaba á los pueblos que se uniesen bajo una constitución común, haciendo nacional el puerto de Buenos Aires. Agüero, su eco en el Congreso, decía á los porteños con su acento magistral y unitario: «Demos voluntariamente á los pueblos lo que más tarde nos reclamarán con las armas en la mano».

El pronóstico falló por una palabra. Los pueblos no reclamaron de Buenos Aires el puerto con las armas, sino con la «barbarie», que le mandaron en Facundo y Rosas.

Pero Buenos Aires se quedó con la barbarie y el puerto, que sólo á Rosas ha servido y no á las provincias. De manera que Buenos Aires y las provincias se han hecho el mal mutuamente sin reportar ninguna ventaja Todos estos antecedentes he necesitado establecer para continuar con la vida de Juan Facundo Quiroga, porque, aunque parezca ridículo decirlo, Facundo es el rival de Rivadavia. Todo lo demás es transitorio, intermediario y de poco momento; el partido federal de las ciudades era un eslabón que se ligaba al partido bárbaro de las campañas. La República era solicitada por dos fuerzas unitarias: una que partía de Buenos Aires y se apoyaba en los liberales del interior: otra que partía de las campañas, y se apoyaba en los caudillos que ya habían logrado dominar las ciudades; la una civilizada, constitucional, europea; la otra bárbara, arbitraria, americana.