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Facundo

en la que la partida de Quiroga arrolla la división tucumana. Facundo llama al jefe victorioso: "¿Por qué se ha vuelto usted?—Porque he arrollado al enemigo hasta la ceja del monte.—¿Por qué no penetró en el monte acuchillando? Porque habían fuerzas superiores. ¡A ver! ¡cuatro tiradores !»... y el jefe es ejecutado. Oíase de un extremo al otro de la línea de Quiroga el tintín de las espuelas y de los fusiles de los soldados que temblaban, no de miedo del enemigo, sino del terrible jefe que á su retaguardia andaba corriendo la línea, y blandiendo su lanza de cabo de ébano. Esperan como un alivio y un desahogo del te rror que los oprime, que se les mande echarse sobre el enemigo: lo harán pedazos, romperán la línea de bayonetas á trueque de poner algo de por medio entre ellos y la imagen de Facundo, que los persigue como un fantasma airado. Como se ve, pues, campeaba de un lado el terror, del otro lado la anarquía. A la primera tentativa de carga, desbándase la caballería de La Madrid; sigue la reserva y cinco jefes á caballo quedan tan sólo con la artillería, que menudeaba sus detonaciones, y la infantería que se echaba á la bayoneta sobre el enemigo. ¿Para qué más pormenores? El detalle de una batalla lo da el que triunfa.

FACUNDO La consternación reina en Tucumán, la emigración se hace en masa, porque en aquella ciudad los federales son contados. ¡Era la tercera visita de Facundo! Al día siguiente debe repartirse una contribución. Quiroga sabe que en un templo hay escondidos efectos preciosos; preséntase al sacristán, á quien interroga sobre el caso; es una especie de imbécil que contesta sonriéndose. Te ries? ¡A ver!... ¡cuatro tiradores!»... que lo dejan en el sitio, y las listas de la contribución se Îlenan en una hora.

Las arcas del general se rehinchan de oro. Si alguno no ha comprendido bien, no le quedará duda cuando vea pasar presos, para ser azotados, al guardián de San Francisco y al presbítero Colombres. Facundo se presenta en seguida en el depósito de prisioneros, separa los oficiales y se retira á descansar de tanta fatiga, dejando orden de que se les fusile á todos.

Es Tucumán un país tropical, en donde la Naturaleza ha hecho ostentación de sus más pomposas galas; es el edén de América, sin rival en toda la redondez de la tierra.