Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1001

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una Asamblea cansada dió el triunto a Juan Idiarte Borda por un pequeño margen de mayoría.

Muerto violentamente el presidente Idiarte Borda el 25 de agosto de 1897, en momentos en que el país hallábase conmovido por una poderosa revolución nacionalista en campaña, Juan L. Cuestas, presidente del Senado que asumió el Poder Ejecutivo en tales circunstancias, llamó al Ministerio de Guerra y Marina al general Pérez por decreto de 28 de setiembre. En funciones de tal, aparece como uno de los firmantes de la paz que concertóse en el propio mes y retuvo su cartera hasta el 21 de diciembre, fecha en que Cuestas, por escrito y en previsión de que fuesen ciertos los propósitos de demitir se le atribuían, se apresuró a solicitarle la renuncia a fin de estar en condiciones de tirar en seguida el decreto por el cual se le daba como sucesor al anciano general Gregorio Castro, a quién ya le habla ofrecido el puesto y lo había aceptado.

El general Pérez respondió a la inaudita insolencia del gobernante con su dimisión y una carta digna y serena, para entrar desde ese momento en la vida privada y concluir sus días, no mucho después, el 17 de febrero de 1898.


PÉREZ. MARTÍN

Figura señalada entre el clero uruguayo, del que fué celoso proselitista, y cuya constancia elevó el nuevo templo de San Francisco.

Era nacido en Mercedes, el 11 de noviembre de 1823, y resuelto por la carrera del sacerdocio, recibió la tonsura eclesiástica por imposición del obispo Medrano de Buenos Aires en 1843, las órdenes menores el 45, y la consagración sacerdotal el 31 de julio de 1846, cantando su primera misa en Montevideo.

Designado capellán de la Casa y Capilla de los Ejercicios, desempeñó e cometido sólo un corto período, pasando luego a cura rector de la iglesia cie San Francisco.

Derribado el viejo y ruinoso edificio colonial, antiguo asiento del templo de las calles Piedras y Zabala, y resuelta la elevación de otro, de gran capacidad y líneas monumentales, conforme a los planos del ingeniero Pedralbes, en la esquina de Cerrito y Solís, el padre Martín Pérez puso a servicio de la iniciativa tan firme y decisivo empeño, que su nombre y el de la iglesia de San Francisco vivirán en la historia de la capital justamente unidos.

En condiciones de habilitación una de las naves, los servicios que provisoriamente se realizaban en la Casa de Ejercicios, pudieron celebrarse en San Francisco nuevo el 3 de agosto de 1874, y en abril de 1881 tuvo la satisfacción inmensa de ver librada a los fieles la nave central. No logró ver terminada la totalidad de la obra, pues la única torre que truncada a cierta altura integró sin desentono la silueta de Montevideo, sólo vió el remate a principios del siglo.

En la lucha de influencias para la primera provisión del Vicariato Apos-

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