Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1007

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El presidente Dr. Francisco A. Vidal lo hizo Jefe Político de Florida el 28 de enero de 1882 y en el gobierno de Santos se le dieron varias comisiones facultativas y el ascenso a coronel mayor — general de brigada por el Código — el 21 de febrero de 1883, desempeñando hasta abril de este año su cargo de Jefe Político del antes citado departamento.

Votado senador por Cerro Largo en 1884, la falta de una ley interpretativa que reglara el ingreso de los militares al parlamento le impidió incorporarse a la alta cámara. Ese mismo año Santos le confirió el grado de general de división con fecha 22 de julio, categoría en que vino a alcanzarlo la muerte el 7 de julio de 1890.

Hombre ilustrado y de honradez cabal “cuya foja — según palabras del Dr. Alberto Palomeque ante su tumba — era modesta pero no tenía mancha”, murió rodeado del respeto de sus conciudadanos.


CASTELLANO, JOSÉ MANUEL

Sacerdote que actuó en los prodromos de las luchas de la independencia, especialmente distinguido por sus estudios y su aplicación personal en favor de la agricultura, que le ha ganado el título de primer agrónomo nacional.

Era nieto de uno de los primitivos pobladores de Montevideo y había nacido en la ciudad el 19 de marzo de 1743.

Estudió con provecho, y resuelto a seguir carrera eclesiástica trasladóse a Córdoba para continuarlos allí.

Ordenado sacerdote volvió al solar nativo, pero no obstante su inteligencia y su ilustración, la calidad de criollo, a la que reunía predicados de hombre de carácter entero, cubiertos por su bondad de corazón y su modestia, fueron permanente obstáculo bajo el dominio de los españoles para que adelantase en jerarquía eclesiástica, pues apenas si llegó a interinar el curato de Montevideo.

Su actuación en los días de las invasiones inglesas en 1807 — partidario de la resistencia a todo trance — señaló a Pérez Castellano a la masa del pueblo como hombre enérgico, y tomada la plaza de Montevideo por los extranjeros, prefirió quedar dentro de la ciudad, para estar en condiciones de ser útil a la población en cualquier circunstancia, y aunque la autoridad eclesiástica tuviese ordenado otra cosa, hizo acatamiento a los ingleses vencedores, anteponiendo al conflicto de creencias lo que consideraba altos deberes de humanidad.

Tuvo que intervenir, poco después, en el movimiento del 21 de setiembre de 1808, y como diputado representante del pueblo en la reunión de Cabildo Abierto que presidía el gobernador Elío, suscribió el acta por la cual se resolvía “obedecer pero no cumplir” las órdenes del virrey Liniers y vino a formar parte de la Junta de Gobierno.

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