Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1017

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Muerto Piñeiro el 11 de noviembre de 1902, e y sin dejar disposiciones que salvaguardaran el fruto de tantos y tan pacientes afanes, sus herederos, antes de poner las colecciones en subasta pública, en 1909, enajenaron en forma privada las piezas más valiosas, facilitando de este modo que fuesen llevados al extranjero, objetos que — tocados de gloria — no debieron salir nunca de la República.


PIRIA, Fernando FRANCISCO

Hombre de empresa de incansable actividad y recia envergadura, nacido en Montevideo el 21 de agosto de 1847, cuya influencia se hizo sentir principalmente en la zona Este de la República y en la capital y su departamento. En el Este, con el planteamiento de la gran estación balnearia de Piriápolis, sus industrias extractivas y sus plantaciones de árboles, y en Montevideo como fomentista y especulador en tierras, que parceló para venderlas en pequeños solares de múltiples barrios, a su antojo y con nombres el circunstancias.

Unió Piria a las cualidades que le permitieron labrar una cuantiosa fortuna, el mérito de haberse formado solo desde la modesta tiendita perdida en el callejón central del Mercado Viejo.

De allí se trasladó en 1869 a la primera cuadra de la calle 18 de Julio, rebautizando su comercio con el nombre de “ La Exposición Nacional”, y en el nuevo local siguió rematando las más variadas mercaderías, incansable el martillo e incansable la voz para proclamar las excelencias de lo que enseñaba al público. Mostraba así desde su iniciación el espíritu reclamista e hiperbólico que distinguió sus carteles y sus arengas, pues ya al cambiar de casa habla, en los avisos, de mercaderías existentes por un valor que distaba mucho de su exacto y verdadero.

Poco a poco, cambiando el giro de sus ventas, se especializo en los remates de tierras subdivididas que vendía a plazos, a compradores modestos. Cuando la crisis de 1890 trajo la terrible desvalorización de la propiedad raíz, que un momento se había remontado hasta las nubes, Piria, astuto para la elección e impávido cuando se trataba de negocios, supo aprovechar con reiteración las buenas ocasiones. Favorecían la especulación, suya y de otros, la carencia total de leyes o reglamentos que salvaguardasen a los inexpertos y humildes compradores de las exacciones que pudiera imponerles el vendedor, y además la incuria de las autoridades, que desinteresadas del futuro de la ciudad, no impidieron las parcelaciones ínfimas, el trazado de angostas callejuelas y el asentamiento de núcleos poblados en lugares bajos o no precisamente saludables.

Dueño de una gran posición económica, sin abandonar los negocios de terrenos en su empresa llamada “La Industrial”, planteó en el puer-

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