Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/102

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peores, que los contrabandistas portugueses que infectaban la zona.

La que podría llamarse carrera de armas de José Artigas, principia el día 10 de marzo de 1897, cuando ingresó como oficial al cuerpo de Blandengues, unidad militar cuyas funciones eran, en lo principal, funciones de policía y vigilancia. De entrada tuvo a su cargo una partida recorredora de los campos, y ascendió sucesivamente a ayudante mayor de milicias de caballería y luego a capitán, hasta que el 3 de setiembre de 1810 recibió el mando de una compañía veterana de Blandengues de la Frontera.

Su actividad continua en el servicio era prenda de orden para los estancieros y pobladores de la campaña, y garantía cierta de vidas y haciendas. En esa carrera, donde comprendió la esencia de la realidad popular que debía imponer las directivas a su obra de hombre público, tuvo ocasión de convivir, casi un año, en Intimo contacto con Félix de Azara, sabio naturalista español y hombre de profundos y variados conocimientos, cuyas ideas en materia económico-social Artigas asimiló indudablemente, pues aparecen más tarde en varias de sus concepciones de hombre de gobierno.

Azara, en los años 1801-1802, desempeñaba funciones oficiales como encargado de límites en la frontera con Portugal.

Las autoridades superiores de la colonia, por su lado, compartían el buen concepto general sobre Artigas y existen múltiples e inequívocas pruebas de la confianza y consideración que, de Gobernador abajo, mereció de los funcionarios españoles.

Querido y respetado por la gente de campo, su valor y sus condiciones de soldado se hacían presentes, de modo natural, sobre el elemento criollo, que penetraba bien el sentido de justicia equitativa y tolerante, característica, del capitán de Blandengues.

A la hora de las invasiones inglesas marchó a combatir contra los extranjeros “herejes”, y el día en que Montevideo fué tomada por ellos — 3 de febrero de 1807 — dirigióse al campo con el propósito de organizar fuerzas que resistieran en el interior.

Sobre un primer plantel de trescientos hombres, reclutado con la cooperación del saladerista Secco, agrupando los peones de las estancias y los paisanos que acudían a ponerse a sus órdenes , prestamente tuvo Artigas elementos de fuerza y, sobre todo, posibilidad de movilizarlos y ponerlos en acción por la buena calidad y abundancia de montados.

Pero no fué preciso llegar a la lucha, pues los ingleses evacuaron el Río de la Plata, en derrota, y el señorío colonial de España pudo reanudar su marcha con la misma lamentable torpeza y cortas miras de un régimen anquilosado, en disolución espontánea.

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