Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1030

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gía donde era profesor, al cual, por reiteradas veces, ya había favorecido con donaciones espléndidas.

Falleció en Montevideo el 8 de mayo de 1938, y conforme a sus disposiciones testamentarias, su obra benéfica, prolongándose más allá de la vida, amplióse todavía con una serie de generosos legados en favor de la Asistencia Pública.


POYO, JUAN JOSÉ Domingo

Ciudadano con actuación política y militar, uno de los ejecutados en 1858 después de la capitulación de Quinteros.

Nacido en el “Cordón” de extramuros de Montevideo, el 12 de mayo de 1820, era hijo del español Pedro Poyo, natural de Oviedo y de María Pérez, de San José.

Ayudante de órdenes del Ministro de Hacienda, Francisco J. Muñoz, en 1843, tuvo intervención en los aprestos para la defensa de la capital y más tarde marchó a campaña sirviendo con el coronel Fortunato Silva en la región Este, donde desempeñó varias importantes y difíciles misiones al Brasil.

Enemistado con Melchor Pacheco y Obes en días en que volvió a Montevideo, su vinculación con el coronel Venancio Flores permitióle seguir en servicio y en cumplimiento de un nuevo cometido en Río Grande naufragó frente a la barra de este nombre en octubre del año grave riesgo de vida.

En 1846, incorporado a la división de Flores, lo acompañó en sus operaciones marítimas en Maldonado. A fines de 1849, a solicitud del ministro Herrera y Obes, aceptó el consulado de la República en la Provincia de Río Grande, pero nuestro plenipotenciario en la corte imperial, Andrés Lamas, puso tales obstáculos a la posesión del puesto por el nuevo funcionario, que éste concluyó por rechazar indignado lo que consideraba una designación “in partibus”.

Sin haberse esclarecido bien la incidencia, lo más verosímil es pensar que Andrés Lamas, en sus planes de apaciguar al Brasil y ganarlo, creyó que Poyo, de inteligencia vivaz y de pluma fácil, no era el hombre que iba a contemporizar y disimular los excesos y las tropelías que las autoridades fronterizas cometían con los negros plagiados en nuestro país, con los uruguayos emigrados y con los soldados que cruzaban la línea en derrota, excesos y tropelías que se denunciaban a diario y las autoridades de Río Grande ocultaban o negaban.

Las primeras comunicaciones de Poyo al Ministro Herrera, refiriéndole verdaderos horrores en este sentido, prueban el enfoque del nuevo cónsul a este respecto.

En oposición al gobierno de Pereira, cuando el coronel Brígido Silveyra se alzó en armas en diciembre de 1857, el comandante Poyo fué uno de los primeros en secundarlo, reuniendo partidarios en el departa-

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