Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1041

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por el coronel Timoteo Aparicio, caudillo del Partido Blanco, trajo como consecuencia inmediata la unión de las fracciones coloradas en torno del gobierno, para combatir al adversario común, olvidando discrepancias y galvanizando entusiasmos.

Ramírez, partícipe de iguales miras, fué a incorporarse al ejército que operaba en campaña bajo las órdenes del general José Gregorio Suárez en calidad de secretario del jefe. Como tenía que suceder, al cabo de cuatro meses de vivir la guerra en todas sus fases, y nuestra guerra en todo su desnudo detalle, el universitario periodista regresó a la capital en enero del 71, sencillamente horrorizado. En carta dirigida poco después a su hermano José Pedro, declaró que se separaba del Partido Colorado en que hasta ese momento había militado y abandonaba su puesto en la redacción de “El Siglo”. Proponíase organizar una nueva agrupación política, partido de paz y de legalidad, ajeno a los errores y al peso muerto del pasado.

En esos momentos sólo disponía para sustentar sus patrióticos deseos, la cátedra de derecho constitucional en la Universidad, adjudicada el 28 de febrero de 1871, “sin previo examen, por ser graduado de la Casa y por su competencia notoria”.

Sus lecciones, brillantes y eruditas como pocas veces se oían dictar entre nosotros, constituyeron una serie de catorce conferencias que publicó la prensa y las cuales, en 1897, fueron reunidas en un volumen por el Dr. Justo Cubiló que entonces era catedrático de la materia, para servir de texto al alumnado.

De acuerdo con las nuevas orientaciones políticas porque combatía, dió a luz el famoso opúsculo “La guerra civil y los partidos políticos del Uruguay”, en el cual se esbozaban los lineamientos básicos de un partido nuevo que no tuvo estructuración práctica en momento alguno, y luego de pacificada la República por el convenio de abril de 1872, sacó a la calle su revista “La bandera radical”, siempre en el propio tren de ideas, intensificando con ello su propaganda antitradicionalista.

Mientras tanto, Tomás Gomensoro, sucesor en el gobierno del general Batlle, había nombrado a Carlos María Ramírez Fiscal de Gobierno y Hacienda — en reemplazo del doctor Joaquín Requena, que dejaba el puesto — por decreto de 7 de marzo de 1872.

De este nuevo destino vino a sacarlo, el 13 de agosto de 1873 el presidente Ellaurí, recién electo puede decirse, para confiarle la Legación del Uruguay ante el Imperio del Brasil. La estada de Ramírez en la Corte se prolongó hasta que el cuartelazo del 15 de enero del 75 dió en tierra con los poderes constituidos, poniéndolo en el caso de hacer renuncia de su alto cargo.

El período de dominación personal del coronel Latorre, coronación de todos los escándalos del Año Terrible, que pesó por cuatro sobre el

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