Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1042

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país, fué empleado por Carlos Mª Ramírez para multiplicar sus lecturas, ahondando en cuestiones de historia nacional, hasta lograr los vastos conocimientos en que respaldaría más tarde sus alegatos y sus polémicas sobre hombres y cosas del pasado.

Un conato de reacción en el camino de la verdad institucional, que en 1880 alboreó con la llegada al gobierno del Dr. Francisco A. Vidal, indújolo a reiniciar la lucha poli es bajando a la arena periodística, para insistir sobre el anterior proyecto, tan acariciado, de constituir un partido de principios.

El programa del Partido Constitucional y el cotidiano “El Plata”, órgano de la nueva agrupación cívica, fueron los frutos de su esfuerzo. El diario no alcanzó a durar mucho, desapareciendo después del asalto a las imprentas de los diarios opositores, llevada a cabo con la complicidad, si no con la cooperación de la misma policía montevideana, en mayo de 1881; y en cuanto al partido, llegó a reunir alrededor de la hueva bandera un núcleo distinguido de ciudadanos dignísimos, apolíticos los unos hasta ese momento, y otros, los más, increyentes o desesperados de la salvación del país, que abandonaban los bandos tradicionales. Se trataba de hombres de verdadera elección en su mayoría que constituían un grande y lucido estado mayor, pero que siendo hombres de lucha y de pasiones vivas, como sucede siempre con los que “están de Vuelta”, llevan dentro de sí los disolventes del pesimismo y la inacción.

De esta manera el constitucionalismo se vió privado de masa popular, que por otra parte era imposible que existiese en valor de capacidad cívica, conforme a los hombres que encabezaban la comunidad nueva, En nuestra “democracia inorgánica” todavía, era inútil pensar en la batalla de las urnas, con una ciudadanía incapaz de discernir por sí misma, agobiada por taras hereditarias de odios y de incomprensión, hipnotizada por el color de una divisa.

Desaparecido “El Plata” en 1881, Ramírez se ausentó del país por cierto tiempo, y es en este período, residiendo en Las Conchas, provincia de Buenos Aires, donde retocó y escribió el prólogo de su juicio crítico acerca del libro de historia nacional escrito por el Dr. Francisco A. Berra, que había bosquejado para folletines de su diario. La obra fué impresa en la capital argentina en 1882, originando, a su vez, una publicación de Berra que tiene por título “Defensa documentada del Manual de Historia”, en la cual se intenta una hábil antes que sustantiva defensa.

En 1884, desde las columnas de “La Razón”, cuya dirección había asumido, sostuvo una brillante polémica histórica defendiendo a Artigas de los ataques de un colaborador anónimo del diario porteño “Sud América”. Nuestro compatriota, el conceptuado investigador Clemente Fregeiro, —que residía en Buenos Aires — enviaba a Ramírez el material do-

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