Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1048

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gían la reconstitución de los poderes y los que aceptaban el gobierno de facto de Flores. Al grupo que sostenía la primera tesis se le llamó conservador, y netos a los que hoy llamaríamos personalistas.

Ramírez, con la gran mayoría del elemento civil de su partido, se afiliaron al bando legalista, La presidencia del general Lorenzo Baile, elegido a raíz del asesinato del vencedor de la Cruzada, si bien modificó pasajeramente la actitud de la oposición, fué una tregua demasiado breve ante las violencias que, desde las columnas de la prensa, se desencadenó a poco andar. Chocaban ahora en lucha ardorosa, otra vez, el rigorismo legalista de los que creían que los principios estaban por encima de todo, y las ideas de los que se empeñaban en conceder cuando menos algo, o tal vez mucho, “a la realidad de los hechos imperantes”. El Poder Ejecutivo creyó que debía imponer ciertas normas a los periodistas y las hizo formular por intermedió del Ministerio de Gobierno. José Pedro y Carlos María Ramírez no quisieron acatar esas advertencias por considerarlas inconstitucionales y vulneratorias de la libertad de imprenta. “El Siglo” continuo saliendo con su libertad de juicio habitual y acre, y los directores fueron presos y deportados a Buenos Aires el 25 de octubre de 1869. Poco duró el extrañamiento y la tregua en la lucha : el presidente Batlle no era hombre de rigores ni de venganzas, como lo prueba el hecho de que el 21 de febrero del 72, le confirió al periodista adversario el cargo de agente confidencial ante el gobierno argentino en sustitución de Andrés Lamas. Se trataba de llegar a un acuerdo de paz honorable con los revolucionarios blancos del coronel Timoteo Aparicio, que conmovían el país desde mediados del año 70.

Diputado electo por el departamento de Maldonado para la 11ª legislatura después de la Paz de Abril del 72, Ramírez tuvo una situación particular, y muy discutida, en la contienda presidencial del 1° de marzo de 1873. Planteada la cuestión eleccionaria en términos que importaba una solución decisiva, cuando el triunfo del Dr. José María Muñoz, candidato de los conservadores, dependía del solo voto de un diputado, Ramírez negocio por una fuerte suma el voto que, al fin, por una combinación de ultimo momento, resulto inútil, perdiéndose el dinero, porque el comprometido en la venta no devolvió el precio. (Vease Isaac de Tezanos).

El asunto se mantuvo secreto al principio, pero concluyo por llegar a la prensa y, de ella, al seno mismo de la Cámara ocasionando un escandalo inaudito. Ramírez reconoció que su actitud había importado una transgresión grave e hizo inmediata renuncia de su banca, pero el diputado neto quedo convicto de venalidad.

La tirantez política, gravísima a esas horas, se agudizó todavía más con el incidente parlamentario precipitando los sucesos: Tezanos y los

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