Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1078

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supo hallar tiempo para dedicarlo a tarea de arte superior, terreno en que llegó a componer hasta seis partituras de óperas, correctas pero frías, de las cuales subió a las tablas únicamente "Liropeya", representada en el Teatro Solís en 1912 bajo la dirección del reputado maestro italiano Marinuzzi. Los veinte años pasados en las gavetas del compositor, siempre en espera de mejores días, habían puesto fuera de época la partitura, que el público capitalino — no obstante — aplaudió con muestras de particular simpatía.

Además de las óperas y superiores a ellas, pertenecen a la producción lírica de León Ribeiro cuatro sinfonías, que constituirán en todo tiempo el respaldo de su prestigio. Le debemos asimismo varias composiciones de música sagrada, diversas piezas para piano, etc.

Mortificado en los últimos años por su claudicante salud, prolongó sus tareas de maestro por encima de ella, hasta que la vida se le escapó en Montevideo, en marzo de 1931.


RIBES, Domingo Francisco SATURNINO

Armador naval, de probadas capacidades, uno de los más completos hombres de empresa que haya existido nunca en el Río de la Plata, y uno de los más eficientes factores de progreso de su época.

Había nacido en Bayona — Bajos Pirineos — el 29 de noviembre de 1824, en la casa N° 5 de la calle del Puente Mayor, donde su padre, Juan Ribes, ejercía el oficio de sastre.

Vino a América de grumete el año 1836, pudiendo decirse que se hizo hombre en Montevideo,

Empleado en el Salto, con su paisano Pascual Harriague, en cuyo saladero alcanzó a ser contador, aquella entonces animada zona de negocios ofreció a Ribes campo fácil a sus actividades,

Era tenaz, cauteloso, de vivo ingenio, propenso al comentario cáustico o despectivo. Con los años llegó a un empleo superior en las oficinas de la Compañía Salteña de Navegación a Vapor, adquiriendo en el cargo, al mismo tiempo que el amplio conocimiento de los negocios del ramo, la noción exacta de las fallas que resentían la sociedad anónima que entonces monopolizaba el tráfico de nuestros ríos.

Separado más tarde de la Salteña, con algún capital prestado que añadió al suyo escaso, trajo a navegar en la carrera del Uruguay el vapor “Pingo” en 1866, mientras venía el “Onix”, encargado a Europa, el cual a fines del 67 se incorporó a la flotilla. Temperamento eminentemente práctico, frío y calculador, Ribes dióse en cuerpo y alma a su empresa, subordinando al éxito toda consideración de otra índole,

Entablada la lucha, la Compañía Salteña, anarquizada, concluyó vendiendo sus buques que con todos los demás elementos y astilleros, pasaron a reforzar la flota de Ribes. Esta

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