Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1087

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rígenes respondía indudablemente a maniobras del bando lavallejista, al cual servía de intermediario el indio Tacuabé, a quien luego se le halla figurando entre los secuaces del vencedor de Sarandí.

Derrotados los charrúas en varios encuentros parciales que el gobierno consideró decisivos, sus elementos se dispersaron por los campos circunvecinos en grupos poco numerosos pero activos, ansiosos de vengar a sus muertos y poseedores de abundantes medios de movilidad.

Sorprendido uno de los grupos mayores que obedecía al cacique Sepé, en el potrero de Yacaré-Cururú, actual departamento de Artigas, por las fuerzas que mandaba personalmente Rivera, la persecución se prolongó en un trayecto de varias leguas hacia las puntas del río Arapey, durante el día 20 de junio. En el curso de la lucha, los indios, que parecían en plena fuga, dieron vuelta caras cuando calcularon que los caballos de los perseguidores estaban cansados, y cargando a su turno sobre el coronel y los suyos, lo mataron conjuntamente con el comandante Pedro Bazán, el alférez Roque Viera y nueve soldados, los cuales rindieron caras sus vidas, según todo hace creer.

Los detalles del episodio no se aclararon nunca bien, y en los primeros días llegó a suponerse que el coronel Bernabé podía haber sido hecho prisionero. Una exploración detenida del campo, ordenada por el sargento mayor José María Navajas, dió con los cadáveres, que recibieron sepultura en el cementerio de Durazno.

El prematuro y trágico fin de este jefe, generalmente muy apreciado, consternó el espíritu público.

El general Oribe, Presidente de la República, decretó con fecha 9 de octubre de 1835, que se le erigiera un sepulcro en el Cementerio Central de Montevideo y el día de la inauguración de éste, el 1° de agosto, sus restos fueron depositados en su recinto.

Las autoridades municipales incluyeron el nombre de Bernabé Rivera, — muchísimos años más tarde — en la nomenclatura de la capital; pero la insignificancia del mezquino callejón elegido — de una angosta cuadra — casi transforma en ironía póstuma el honor.


RIVERA, BERNARDINA FRAGOSO de

Dama patricia. esposa del general Fructuoso Rivera, cuya vida compartió con abnegación ejemplar, por más de cuarenta años.

Hija de Pedro Fragoso y Narcisa Laredo, gallego y porteña respectivamente, nació en Montevideo el 20 de mayo de 1796, pero sus años jóvenes corrieron en la Villa de San José, donde el padre fué a establecerse con un modesto comercio de pulpería.

En Montevideo, en 1816, unióse en matrimonio con Fructuoso Rivera, entonces Comandante General de Armas de la Capital. Eran días en que

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