Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1093

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guía la resistencia cuando a fines de 1844, Rosas creyó llegado el momento de. modificar el cuadro, urgiendo al gobernador de Entre Ríos, general Justo José de Urquiza, que operaba con miras de batir a Rivera, para que, mediante una persecución tenaz y sistemática destruyese las fuerzas del caudillo.

El general Servando Gómez, moviéndose concertadamente con el entrerriano, cooperó al plan y hasta el general Eugenio Garzón, acampado en Arroyo Grande, movilizó gente por la parte del Salto.

Obligado a levantar el sitio, que por segunda vez ponía a la Villa de Melo, Rivera, volvió al sur atravesando el departamento de Minas, con un ejército respetable armado y equipado, proponiéndose tomar contacto con el gobierno de Montevideo y hacerse de nuevos recursos por vía marítima, por el puerto de Maldonado.

Urquiza marchó en su seguimiento y la batalla, inminente desde varios días, se dió el 27 de marzo de 1845 en los campos de India Muerta — fatales ya otra vez al general Rivera. Este, después de oír a sus jefes en consejo, aceptó el encuentro, pero fué derrotado completamente en las horas de la mañana, “Pocas veces se registrará en los fastos luctuosos de las guerras de los pueblos — dice Antonio Díaz — un hecho revestido de más bárbaros procedimientos”.

En mil muertos y como quinientos prisioneros “gradúo los despojos que el pardejón incendiario Rivera ha dejado por testimonio de su cobardía”, —escribe Urquiza al “Exmo. señor presidente Oribe”, enviándole un millón de abrazos por el espléndido triunfo.

Al día siguiente de la batalla, Urquiza hizo degollar a todos los prisioneros.

Rivera, perseguido de cerca, tuvo que ganar el Brasil y el general Anacleto Medina salvó, por Santa Teresa, los restos del ejército.

El gobierno de Suárez, por decreto de 10 de agosto, había creído oportuno alejar temporalmente a Rivera de la República, y el vencido de India Muerta vivió en Río Janeiro hasta que en marzo del año siguiente, embarcándose para Montevideo, presentóse en el puerto el 1° de abril, dando pie a una sublevación de sus partidarios, los cuales, después de triunfar, obtuvieron para el ex-Presidente la jefatura de armas de la capital y en seguida el cargo de general en jefe del ejército de operaciones.

Volvió de esta manera a salir a campaña, pues bien comprendía que su presencia en la capital sitiada era incompatible con la marcha de cualquier gobierno, y obtuvo éxitos como la toma de Mercedes, el 14 de junio, y la de Paysandú en enero de 1847.

Pero estos triunfos, que eran más espectaculares que de positivas consecuencias para el resultado de la guerra, no le permitieron sostenerse en el oeste, y atravesando la República diagonalmente, luego de sufrir

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