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ROD

regresando de inmediato a la capital asunceña.

Suprimida la representación del país ante el gobierno de López, por decreto del presidente Villalba de 18 de febrero de 1865, y resuelto Vázquez Sagastume a abandonar el Paraguay, embarcó en Asunción junto con su secretario. Apenas puesto en viaje — según parece — cambióse de plan y se convino en que Rodriguez Larreta retornara a la capital Guaraní, permaneciendo en ella con carácter de encargado de negocios ad-interim, una vez que el gobierno de Villalba no estaba reconocido por el del Paraguay, ni había miras de que llegase a reconocerlo.

En tal inteligencia, desembarcó en Villa Pilar, volviendo por vía terrestre a la Asunción, a reasumir funciones diplomáticas en el carácter en que lo colocaban los hechos y por término que sólo podía durar el tiempo que quisiera el mariscal Presidente.

La estrecha amistad del Secretario con el compatriota Dr. Antonio de las Carreras, emigrado en Paraguay, y su relación constante con los blancos uruguayos que poco a poco fueron llegando a Asunción, cosa muy natural tratándose de paisanos y correligionarios, tornó sospechoso a Rodríguez Larreta ante los ojos del prepotente jefe de la nación paraguaya. Cuando se ordenó la evacuación forzosa de la capital, nuestro secretario, no sintiéndose suficientemente amparado en la dudosa extraterritorialidad de la titulada Legación Uruguaya, buscó refugio en la Legación de los Estados Unidos, donde ya se había asilado el Dr. de las Carreras.

La presencia de Rodríguez Larreta, a la par que su asilo, fueron discutidos y contradichos por el gobierno paraguayo, el cual puso sobre el tapete lo irregular de su investidura diplomática. El ministro estadounidense Washburn no se consideró en condiciones de defender a su huésped. Estaba él, por lo demás, igual que su esposa y sus hijos, a merced de un hombre como López, que no retrocedía ante respeto o consideración de orden alguno, dominado ya por sus furores y la visión de la derrota.

El 12 de junio — según testimonio de Masterman — Rodríguez Larreta, para no comprometer más a Washburn, dejó la Legación Norteamericana conjuntamente con el Dr. Carreras y “apenas habían salido de la casa fueron sorprendidos por los vigilantes que día y noche habían estado espiándolos durante más de un mes.” Acto continuo se les condujo a la Policía como reos políticos.

Masterman — que también estaba refugiado en la misma casa — dice haber sido el secretario uruguayo asilado en la Legación Estadounidense el único con quien tuvo alguna intimidad, y lo pinta como “un hombre joven y buen mozo, cuyas maneras eran notablemente simpáticas y su porte culto. Había leído mucho, — añade — hablaba bien el francés y aprendía el inglés, al ser preso”.

Sacado poco después de Asunción,

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