Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1121

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Hijo de un antiguo imprentero de su mismo nombre, Rosete había nacido en Montevideo el 14 de junio de 1848,

Ensayado desde mozo en lides periodísticas en la tipografía familiar, elemento subalterno en la “Opinión Nacional” de Bonifacio Martínez, corrector, gacetillero, y por último cronista parlamentario, en 1887, de “La Tribuna” de Bustamante, abandonó esta casa para probar fortuna por cuenta propia con un diario planteado conforme a su saber y entender.

“El Ferrocarril”, aparecido el 30 de enero de 1869, marcó en el diarismo nacional el advenimiento de la hoja liviana y alerta, repleta de noticias y llena de datos no cotizados hasta entonces en el mercado de una prensa grave y trascendental, posesionada de su rol de cuarto poder del Estado.

Fué, así, el primer diario popular distribuido por la ciudad entera, húmedo el papel oliente a tinta fresca, precursor inmediato del “callejero de a vintén”. El nombre elegido era un nombre popular, pues en esos mismos días el presidente general Lorenzo Batlle concluía de inaugurar el primer tramo. de línea férrea del país, 20 kilómetros tendidos entre Montevideo y Las Piedras.

Y el cotidiano se abrió camino, se impuso al público, y habría constituído una gran empresa comercial lucrativa, si a las cualidades de noticiero y reporter que lo consagraban eje del diario, hubiese unido Rosete la ponderación directiva que le faltó en materia política, pues, hombre sin carácter, adhirió a los oficialismos más indignos, siempre obsecuente a quien mandaba, Divorciado de este modo de la opinión sana del país, llegó el caso en mayo de 1881, que por su pésima actitud ante los desmanes del Poder Ejecutivo contra la prensa opositora, “El Ferrocarril” perdió sobre dos mil suscriptores en pocos días. La empresa, quebrantada otras veces por sanciones semejantes, tuvo que pasar a otras manos en mayo de 1887.

Rosete, en falencia ante los ojos de todos, comenzó a propalar, con asombro general, que se marchaba a Europa a buscar la nueva y gran imprenta que ya tenía encargada a Francia.

Eran los prodromos de la insania; dos meses más tarde hubo necesidad de recluirlo en la casa de salud, donde viviría enajenado treinta años, en un círculo de manso delirio que las cuestiones del oficio centralizaban. Murió el 20 de agosto de 1916, casi septuagenario, y la noticia aparecida en la prensa hizo saber que Rosete había vivido hasta entonces.


ROSELL Y RIUS, ALEJO Atanasio

Filántropo, cuyo nombre, unido al de su esposa, perdurará en la lista de los grandes benefactores capitalinos.

Nacido en Montevideo el 11 de

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