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cual hizo renuncia de su cargo el 3 de marzo de 1858. Se le aceptó la dimisión con manifestación expresa del sentimiento del gobierno por verlo separado de ese cargo, dándosele las gracias por “los relevantes servicios prestados al país”, “concurriendo a realizar el programa político del Presidente de la República en el imperio de las instituciones y en la unión de todos los orientales”.

Antes de transcurrido un mes de este decreto, el 29 de marzo de 1858, el general San Vicente dejaba de existir en Montevideo.


SARAVIA, ANTONIO Floricio

Hermano del caudillo nacionalista del mismo apellido, se le conoció siempre por el sobrenombre de Chiquito. Acompañó a Aparicio y a Gumersindo en sus campañas revolucionarias en Río Grande y en la República.

Hacendado en Cerro Largo, el presidente Idiarte Borda — contra cuyo gobierno moriría peleando — lo había hecho comisario de policía, circunstancia que le valió para aumentar su prestigio personal, añadiendo al ganado hasta entonces, pues era hombre desprendido y caritativo, el que — con detrimento de sus deberes de funcionario policial — debió a su tolerancia con las infracciones y faltas de menor cuantía, con los contrabandistas y los desertores del ejército.

En el movimiento nacionalista de noviembre de 1896 fué de los primeros que tomó las armas, logrando apoderarse de una comisaría rural, y con intento de hacer prisionero por sorpresa al general gubernista Muníz, asaltó la casa de un pariente suyo donde esperaba hallarlo, Muniz no estaba allí, y la única víctima fué un menor de diez años hijo de éste, que pereció en el incendio de la finca. El episodio enconó profundamente a los contendientes y fué explotado con éxito contra los revolucionarios.

Habiéndose sofocado este primer brote subversivo, Chiquito pasó la frontera por Aceguá, buscando asilo seguro en el Brasil; pero el 5 de marzo de 1897 estaba de nuevo en territorio uruguayo, como jefe de vanguardia de su hermano Aparicio.

Carente de cualidades militares, de valor temerario y atropellador por excelencia, Antonio Floricio, desobedeciendo órdenes fundadas e instrucciones procedentes de su hermano y jefe, perjudicó la causa que defendía en más de una ocasión y en alas de semejantes impulsos vino a encontrar la muerte en la batalla de Arbolito, primera que se libró contra el ejército gubernista del general Justino Muníz, el 19 de marzo de 1897.

A la cabeza de un grupo de sus audaces jinetes cargó a lanza contra los soldados del Regimiento 3º de caballería, que desmontados y a la par de los infantes, abatieron al enemigo casi sobre sus filas.

Antonio Saravia contó entre los caídos con el cuello atravesado por un balazo.

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