Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1165

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habían derrotado en Tres Arboles al ejército gubernista del general José Villar. La conjunción de las fuerzas se efectuó el día 30, y el ejército nacionalista mantúvose unido hasta el 16 de abril, en cuya fecha la rivalidad latente entre Núñez y Lamas, formal y perentoriamente planteada muy pronto entre Saravia y Núñez, hizo crisis y éste se separó de sus compañeros cruzando el Yaguarón por la Villa de Artigas. (Ver: José Núñez).

Saravia, en calidad de general del ejército, y Diego Lamas como su jefe de Estado Mayor, sostuvieron la guerra hasta que se restableció la paz, merced al convenio de 18 de setiembre de 1897.

En el semestre de operaciones, después de un combate sin trascendencia en Cerro Colorado, Florida, el 16 de abril, el general Villar tomaba la revancha de Tres Arboles en la batalla de Cerros Blancos el 14 de mayo, donde Lamas fué herido, y el 8 de julio se libró un sangriento combate en Aceguá.

La paz de setiembre aseguró al Partido Nacional una muy aventajada situación política, garantizándole la administración policial — con carácter inamovible — de seis departamentos elegidos, sea en la frontera del Brasil, o donde no existían líneas férreas de acceso.

La muerte sorpresiva de Diego Lamas a consecuencia de una caída de caballo, ocurrida el 20 de mayo de 1898 en Montevideo, confirió de inmediato a Aparicio Saravia, consagrado ya entre sus partidarios con el título de general, una jerarquía extraordinaria y única.

Contaba con una multitud de admiradores entusiastas en todo el país y tuvo en su mano — como se ha dicho — el departamento de Cerro Largo. Su acción, no obstante, fué meramente política, ajeno a lo relativo a cualquier otro aspecto de la vida de sus pagos natales. Rico, capacitado para llamar a la puerta de los ricos, Aparicio Saravia, lo mismo que su hermano Basilisio en Treinta y Tres, no ligó su nombre a una iniciativa eficaz, beneficente o de progreso, así fuera una modesta escuela de campaña.

Saravia en su estancia del Cordobés y el presidente Juan L. Cuestas en Montevideo, vinieron a ser los puntos de apoyo del “eje" alrededor del cual giraba la política nacional. Un régimen dualista, dentro del cual el Partido Nacional y el gobierno se preparaban para definir posiciones lo antes posible, no podía prolongarse sino gracias a un sistema de tolerancias y concesiones, cada vez más difíciles de acordar, entre dos parcialidades rivales.

El presidente Cuestas, dispuesto a seguir hasta el fin de su gobierno a cualquier precio, pudo contemporizar; pero en 1903, con la elección presidencial de José Batlle y Ordoñez, candidato virtualmente vetado por el Partido Nacionalista, las cosas tomaron otro sesgo. Recién había asumido el mando el nuevo gobernante electo el 19 de marzo, cuando Saravia estaba al frente de un ejército nacionalista.

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