Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1166

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Listo y distribuído en fracciones dentro de sus departamentos, en una organización si no secreta cuando menos inaparente, sus fuerzas se movilizaron en pocos días, sumando varios miles de hombres bien armados que tomaron posiciones estratégicas al Sur del departamento de Cerro Largo

Por la mediación e influencia de los doctores José Pedro Ramírez y Alfonso Lamas, conspícuo ciudadano nacionalista este último, el conflicto pudo evitarse merced al Pacto de Nico Pérez, el 22 del propio mes de marzo. Pero el arreglo, que aparejaba nuevas exigencias restrictivas, todavía más, de las atribuciones del Poder Ejecutivo de la República, sólo sirvió para demostrar lo imposible del régimen bilateral del gobierno inaugurado por la Paz de Setiembre de 1897, que el golpe de Estado del 10 de febrero de 1898 robusteció, régimen que José Pedro Ramírez mismo, en su discurso, calificara de “La subversión imperante que había sido el premio de la paz...”

Cada uno de los presuntos contendores sólo pensó en aprovechar los momentos de tregua para aumentar la cantidad de sus fusiles y las reservas de municiones, esperando el conflicto que fatalmente debía de producirse.

Y ese momento llegó el 19 de enero de 1904, a la hora en que una diferencia de mera indole administrativa hizo saltar la chispa que encendería nuevamente la guerra civil, dando razón a las palabras del senador Julio Herrera y Obes, cuando él solo en la Asamblea General, negaba su voto a la paz de setiembre de 1897, entendiendo que lo que se votaba era la guerra a plazo.

En esta campaña de nueve meses, todo el peso y toda la responsabilidad militar recayó sobre Saravia, pues no obstante tener a su lado oficiales de escuela y jefes divisionarios excelentes, en última instancia se procedió siempre conforme a sus órdenes.

Los primeros choques formales ocurrieron en el mismo mes de enero en las ásperas cerrilladas de Mansavillagra el 14 y en Illescas el 15, y el 30 libróse la batalla de Fray Marcos, sobre el río Santa Lucia. La suerte, que hasta entonces venía favoreciendo a los soldados legalistas, se trocó esta vez, y el ejército del general Melitón Muñoz fué puesto en derrota.

En los días 22 y 23 de junio libróse en Tupambaé, Cerro Largo, la más importante y encarnizada batalla de la guerra, donde las bajas sobrepasaron de mil quinientas. El coronel Pablo Galarza, jefe del ejército del Sur, sostuvo con admirable denuedo, el segundo día de la pelea, las posiciones a que había tenido que retirarse la víspera, escaso de municiones, logrando con su tenaz resistencia balancear los resultados de la acción, que terminó indecisa, si el quedar en el campo no se considera triunfo.

Saravia, por su parte, estuvo en los sitios de máximo peligro, demos-

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