Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1181

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Piedras, se acercó hasta ocho kilómetros de la villa del mismo nombre.

Fuerte terrateniente, propugnó los adelantos de labor campesina, en calidad de iniciador, miembro y tesorero de la Sociedad de Agricultura constituída en 1839.

Vecino del Cordón tan antiguo como influyente, favoreció la causa de la enseñanza como miembro de la Comisión Auxiliar Municipal, promoviendo asimismo la construcción de un nuevo templo.

El 10 de diciembre de 1842, en días aciagos para la patria, pues el ejército nacional había sido deshecho en Arroyo Grande — aunque la noticia aun se desconocía en Montevideo, — de la Sierra sufrió un repentino ataque de apoplejía en circunstancias en que se hallaba en el despacho del Ministro de la Guerra. Conducido a la casa del general Enrique Martínez, falleció allí a las pocas horas.


SIERRA, PETRONA Ignacia ROSENDE de la

Educacionista de larga y dedicada carrera, que también cultivó las letras, para ser la primera de las mujeres uruguayas que rompiendo con los prejuicios de la época, insertó en la prensa sus composiciones poéticas. Mejores que muchos de los versos contemporáneos de factura masculina, no obstante su escaso valor, la razón de prioridad apuntada antes le valió grandes elogios de Acuña de Figueroa, saludándola como la “Décima Musa” y la Safo Oriental.

Nacida en Montevideo el 18 de octubre de 1787, su marido distinguióse por servicios prestados a la causa patria, a la cual ofreció sus bienes en las luchas de 1811-15 y de 1825 al 28.

Emigró del país en la época de la dominación luso-brasileña, y en Buenos Aires fué directora del periódico femenino “La Aljaba”, que principiando en noviembre de 1830 cesó en enero del 31.

Libre y convertida la provincia en República soberana, recién se decidió a regresar a su tierra, a la cual saluda con entusiasmo en el soneto que principia: “Salve ¡oh patria adorada! Felizmente! Llego a pisar tus plácidas arenas!”.

Volvía para dedicarse a la enseñanza, y la suerte probó a la educa dora con tan dolorosos rigores como la pérdida de sus hijos Benjamín y Anacleto, caídos en las guerras Civiles, y la de una hija casada hacía dos días, pero tuvo espíritu para sobreponerse a todo.

Consagrada a sus tareas escolares, dice Lira que el tiempo que podía destinar al descanso y lleno de sus legitimas obligaciones de madre de familia, lo distribuía entre este deber y los estudios literarios.

Estudiando las producciones poéticas de Petrona Rosende, un comentarista de nuestros días, observa que es en el tono de algunas de sus composiciones donde por primera vez se apercibe el lirismo del sentimiento personal, la emotividad ín-

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