Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/119

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pacífico y humano, pero tuvo que dejar las tierras correntinas pasando el río Uruguay y entrar de nuevo a las Misiones — sus tierras — en abril de 1819, para intentar un desesperado auxilio a los orientales, reducidos al último extremo en su Banda.

Le tocó enfrentarse una nueva vez con el feroz coronel Chagas, a quien tuvo la fortuna de inferir una grave derrota en San Nicolás. Sorprendido a su turno en Itacumbú el 9 de junio del año 19, al norte de San Borja, sus hombres, ante la superioridad de los portugueses, recibieron orden de dispersarse conforme a la táctica de los patriotas, sabedor cada cual del sitio donde tendría que ir para rehacer el núcleo, restañar las heridas y recomponer las lanzas.

La relación de un prisionero reveló a los enemigos que el coronel Artigas, habíase metido en el monte, luego de perder el caballo, las pistolas y la vaina de la espada. Rodeado y batido el lugar por los portugueses, salieron de la espesura hasta ochenta hombres que fueron convenientemente asegurados. La matanza, por lo demás, había sido infame. “Todo el monte — dice el parte oficial del Conde de Figueira — quedó sembrado de muertos.” “Habiéndose buscado con toda prolijidad a Andresito — añade — no fué posible dar con él.”

Dieciocho días más tarde, el 24 de junio, el bravo soldado fué tomado prisionero en el paso de San Isidro, costa del Uruguay, mientras con siete de los suyos preparaba una jangada para atravesar el caudaloso río.

Conducido a Paso de Rosario, de aquí se le trasladó a Río Pardo y luego a Porto Alegre y a Río Grande, donde lo embarcaron rumbo a Río Janeiro. Una vez en la corte fué encerrado primero en un pontón y después en la “dura cárcel” de la Isla das Cobras.

Creyóse por mucho tiempo que su destino final había sido la fortaleza de Santa Cruz y en uno u otro sentido, ante la huella perdida de Andresito, habíanse realizado infructuosas pesquisas para saber algo respecto a su ulterior vida y a su muerte, privado de libertad y en tierra extraña.

Más tarde ha podido constatarse que el coronel Andrés Artigas fué uno de los que componían el grupo de patriotas que en 1821, por generosas gestiones de Francisco de Borja Magariños, residente en Río Janeiro, el Conde de Casa Flores, Ministro de España ante el monarca portugués, a título de que se trataba de súbditos de Fernando VII, obtuvo la liberación. Embarcados en un bergantín francés en unión de José A. Berdun y catorce o quince compatriotas, llegó el coronel Andresito a Montevideo el 3 de junio de 1824.

Y aquí por triste destino, vino a suceder lo que no sucedió en Río Janeiro: aquí hemos perdido la huella del célebre y valeroso coronel misionero, ignorándose en absoluta hasta la fecha, sus posteriores destinos. El misterio de Río Janeiro, que duró más de un siglo pero se develó,

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