Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1195

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

el rebote de una bala de cañón; el proyectil, lanzado desde gran distancia, lo tomó de costado, interesando profundamente la masa intestinal, de modo que el fin presentábase rápido.

Sosa abarcó la gravedad del caso y murió lleno de entereza, exhortando a sus compañeros de armas a que salvaran la patria, cuando se trataba de conducirlo al hospital de sangre.

El cura párroco de la Matriz, Estrázulas y Falson, requerido a tiempo, sumistróle los auxilios espirituales. “La segunda bala de los cañones enemigos que llegó a producir algún daño en 12 meses de pelea — dice una necrología contemporánea — dió en tierra con un valiente.”

Por el respectivo ministerio se dictó un honrosísimo decreto, en que se reconoce que el coronel Sosa ha servido al país con abnegación heroica, que ha sido el primero entre los valientes durante la guerra, ciudadano virtuoso durante la paz, y que ha merecido el bien de la patria.

La pérdida del denodado guerrero produjo consternación en la capital, donde el nombre y las hazañas diarias de Marcelino Sosa eran familiares, conforme eran notorias su baquía y sus conocimientos de la zona de operaciones, que le daban gran superioridad sobre los contrarios.

El entierro del coronel Sosa, al día siguiente, revistió caracteres de apoteosis, después que toda la población de la plaza desfiló por la capilla ardiente. El Ministro de la Guerra, Melchor Pacheco y Obes, pronunció ante los despojos mortales del compañero y amigo uno de sus más hermosos discursos.

El nombre y el episodio de su muerte quedaron ligados por siempre y con relieve singular a la historia de la Defensa de Montevideo.


SOTO, CARLOS E.

Su desaparición en 1879, sacrificado a los terrores del dictador Lorenzo Latorre y el misterio que desde entonces rodea su muerte, misterio que con certeza no se develará jamás, han incorporado a las páginas trágicas de nuestra historia el nombre de este apuesto mozo, hijo de Juan José Soto, prohombre del Partido Blanco, y de Etelvina Calvo, perteneciente a una familia de publicistas.

Nacido en Montevideo en 1844, frecuentó buenos colegios y después, con más despejo que positiva preparación, fué como colaborador de “La Reforma Pacifica”, dirigida por Carlos Calvo, que se inició en 1863, en lides políticas. Empleado en un ministerio en 1864, emigró a la República Argentina a la hora de la victoria del general Flores que desplazaba del gobierno a la parcialidad política en que militaba y era la de todos los suyos. Hizo fuera del país, en alas de su carácter medio aventurero, una vida de actividades múltiples que lo llevó en cierta ocasión hasta el Paraguay, mezclado en un asunto algo raro.

Revolucionada la República en 1870 por la invasión armada del

— 1195 —