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SUÁREZ, JOAQUÍN Luis Miguel

Patriota de la época de Artigas, prócer de la independencia nacional, cuya integridad y virtudes ciudadanas lo han convertido en un arquetipo de hombres de gobierno.

Aún en el período más crudo y encarnizado de las luchas civiles hubo para Joaquín Suárez respeto que no había para nadie. En todos los documentos y periódicos — dice Andrés Lamas — Rosas y Oribe apellidaban salvajes a sus enemigos; Suárez es la única excepción: cuando a él se referían decían siempre “Don Joaquín Suárez”.

“Porque — continúa diciendo el polígrafo — era tan evidente su virtud como hombre, tan inmaculado su patriotismo como ciudadano, tan patente la rectitud de sus intenciones, tan notorio su desprendimiento, tan probada su bondad, que la misma calumnia y la injuria que persiguen a los hombres públicos enmudecían en su presencia y mudas se perdían bajo el polvo de sus pies”.

Nacido en la Villa de Canelones el 18 de agosto de 1781, su padre, Bernardo Suárez del Rondelo, era un hacendado considerado y rico de la jurisdicción.

Desde los primeros días de la Revolución de Mayo de 1810, las autoridades españolas tuvieron bajo vigilancia y hasta prendieron a Joaquín Suárez, sospechado de que era un propagandista de la causa de la patria.

Cuando la campaña se alzó en armas con Artigas, fué a reunírsele en el Paso del Rey, tocándole de este modo participar de las glorias iniciales de la libertad. Promovido a capitán, mandaba una compañía de infantes el 18 de mayo del año 11, en la victoria de Las Piedras.

Comandante Militar de Canelones, el día que Artigas se retiró del sitio de Montevideo para acampa en el Ayuí poniendo en seguridad las divisiones de su provincia, Suárez acompañó al caudillo en el Éxodo, permaneciendo trece meses fuera de su tierra.

Restablecida, aunque momentáneamente, la armonía entre los independientes y recomenzado el sitio de la capital, cuando Artigas resolvió abandonar de nuevo el asedio frente a la inconducta del Director Posadas, Suárez — aunque participaba de su criterio político — no quiso acompañarlo en la ocasión, creyendo que el honor lo obligaba a mantenerse firme ante el enemigo común. Pero tampoco quiso hacer armas contra Artigas en la lucha entablada entre orientales y porteños el año 15, y solicitó su retiro, con lo cual puso término a su carrera militar.

Cabildante electo por Montevideo en 1816, trabada la lucha contra los portugueses invasores, compartió con el Delegado Barreiro las funciones ejecutivas y evacuó la plaza el 18 de enero de 1817, casi en el momento en que llegaban los enemigos. Su ánimo era organizar la

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