Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1210

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la responsabilidad de la terrible orden, sin buscar absolución, ni alegar razones, y sin permitir tampoco que abogado de buena ley ni hábil sofista saliesen a defenderlo.

Vencedora la revolución florista en febrero del 65, Suárez fué incorporado al ejército como coronel el 19 de mayo. Ascendido a coronel mayor (general) el 14 de junio, fué a la campaña del Paraguay, asistiendo a la batalla de Yatay, el 17 de agosto, y tocándole mandar en jefe el ejército de operaciones en Corrientes en enero del 66, por ausencia momentánea del general Flores. Permaneció en el teatro de la guerra, participando de todos los combates, hasta el día adverso de Estero Bellaco — 2 de mayo de 1866 — en que tuvo un hermoso comportamiento. Vencido por el paludismo, después de esa fecha vióse en la necesidad de regresar a Montevideo a fin de someterse a una cura formal, pero que no dió resultados positivos, pues el chucho nunca lo abandonaría en definitiva, presentándose con recidivas intermitentes, a intervalos más o menos largos.

Residente en Montevideo, alejóse políticamente del dictador Flores cuando éste manifestó intenciones de prolongar sus poderes más allá del 19 de marzo de 1867. Entendía Suárez — respondiendo a una consulta — que lo correcto era la inmediata vuelta al régimen constitucional, porque habiendo sido ese el objeto de la revolución, debía dársele cumplimiento sin demora.

El dictador, sospechando de que su antiguo adicto compañero entrara en planes políticos, lo hizo vigilar, llegando más tarde hasta mantenerlo en Montevideo como residencia forzada, aunque no ostensible, y a dejarlo prender cuando la conspiración de la Mina, a la cual Suárez era completamente ajeno.

Sin embargo, el vencido de Pedernal estuvo en trabajos subversivos contra Flores, dando su asentimiento bajo firma a las “bases” para un movimiento armado, según el documento original constante en el archivo Fernández Saldaña.

Nada permite implicarlo, en cambio, en los sucesos sangrientos del 19 de febrero de 1868, en que Flores perdió la vida y donde el papel posterior de Suárez, desde luego a servicio del gobierno, se circunscribió a ser la única y enérgica garantía del orden y el único freno de las pasiones desbordadas.

En la elección del ciudadano que, al restablecerse el sistema constitucional, debía desempeñar la Presidencia de la República por el cuadrienio 1868-72, la candidatura del general Suárez llegó a reunir 20 votos de la Asamblea, pero como ninguno de los contendores llegara al quorum legal, se convino en que se sufragara con los votos unidos, por el general Lorenzo Batlle.

Este, apenas electo, lo hizo Ministro de Guerra y Marina el 2 de marzo de 1868, puesto que el general conservó hasta el 20 de mayo del año siguiente.

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