Rindió tributo a la ilusión de “aquella cosa mejor”, y marchando a engrosar las filas de los revolucionarios en 1886, se encontró en la derrota de Quebracho el 31 de marzo. Su compañía fué de las últimas en rendirse, en un callejón, donde lo hirieron y lo tomaron prisionero los soldados del gobierno.
Al año siguiente, después del famoso cambio político que aparejó el Ministerio de la Conciliación, fué designado por el presidente Tajes Jefe Político de Paysandú el 12 de mayo de 1887. Hizo en aquel departamento la buena administración que era capaz de hacer un hombre honesto y preparado. En ese puesto le tocó estar cuando las reñidas y apasionadas elecciones de 1887, a raíz de los cuales vino a Montevideo a exponer ciertas quejas por un conflicto de atribuciones, y a presentar si era necesario su dimisión. Obtuvo del gobierno las explicaciones que creyó correspondía dársele, y regresó a su puesto. Allí lo esperaba, en seguida, otro nuevo interdicto de parecida índole y — no hecho a la política — volvió a renunciar, pero se obtuvo que retirara su renuncia.
El 23 de marzo de 1888 fué llamado a la capital a llenar el importante cargo de Director General de Correos y Telégrafos. Aunque no estuvo en el puesto ni un año, evidenció amplias y favorables condiciones de funcionario. El gobierno no lo apoyó suficientemente en los procedimientos administrativos netos y enérgicos que creyó necesario implantar, porque, como tantas veces, la política y el compromiso, — realidades del momento — se interponían para atenuar las exigencias del deber que, para Ricardo Tajes eran santas imposiciones. Entonces el Director renunció, dejando clara constancia de las causales, el 31 de enero de 1889. La superioridad, donde figuraba persona tan su amiga como el Dr. Julio Herrera y Obes, Ministro de Gobierno, le aceptó la dimisión sin agradecerle siquiera los servicios.
Tajes volvió a su vida de trabajo poniéndose al frente de una importante compañía inglesa y el 25 de julio de 1898 dejaba de existir en Montevideo fuera de nuevas actividades políticas o administrativas, rígidamente encuadrado en el marco que le creó su modo de apreciar los hombres y las cosas, no como humanamente son sino como no pueden ser humanamente.
TAJES, SALVADOR
Militar, cuyo último ascenso en el ejército fué el de general de división, el 11 de febrero de 1911.
Hijo legítimo de Francisco Tajes y de Anaclovia Palmer, nacido en 1852, una coincidencia de nombres ha hecho que se le tuviera por hijo del coronel Francisco Tajes, ejecutado en Quinteros en 1858.
Perteneció Salvador Tajes al grupo de militares cuya carrera pros-