Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1231

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nacido en Montevideo el 25 de agosto de 1839.

Sus comienzos en política, llevado a ella por su natural despejo, los hizo como periodista y como tribuno popular, redactando, en tiempo de Pereira, junto con otros jóvenes colorados, el periódico “El Sol Oriental”, de oposición al gobierno, y fué reducido a prisión cuando las reuniones del famoso “Club Defensa”, en noviembre de 1857. Apenas recobró la libertad, embarcóse para Buenos Aires, y de allí vino, en diciembre, alistado entre los revolucionarios del general César Díaz, en la expedición de la “Maipú”. Después de participar en el asalto frustrado de Montevideo y en la batalla indecisa de Cagancha, estuvo entre los prisioneros de Quinteros, en febrero de 1858, donde el jefe enemigo general Medina le salvó la vida.

En el gobierno de Berro fué oficial 19 de la Jefatura de Tacuarembó en 1862, siendo Jefe Político Tristán Azambuya, pero más tarde dejó ese puesto pasando a la Argentina, y en setiembre de 1863, a órdenes del coronel revolucionario Enrique Castro, vadeó el río Uruguay para aumentar las filas floristas, sirviendo como sargento 1° del batallón “Florida”.

Díscolo y desavenido con todos, absoluto y unilateral, separóse de la revolución cuando vió que su jefe aceptaba el apoyo del Brasil — en la diplomacia y en las armas — “por lo cual dejaba el general Flores de ser colorado para tomar puesto entre los traidores al país”; y si se da crédito a las afirmaciones de Juan Lindolfo Cuestas, llegó a pasarse a los blancos, y estuvo en el primer sitio de Paysandú, como ayudante. del coronel Carlos Lacalle.

Cuando Flores triunfó en febrero de 1865, Tezanos se hallaba emigrado en Buenos Aires escribiendo “El Pueblo”, diario dónde se atacaba con gran crudeza al vencedor y a la Triple Alianza contra el gobierno del Paraguay, que venía de ajustarse.

Creyendo que en el país pudiera existir ambiente para semejante campaña desatentada, Tezanos se hizo presente en Montevideo, pero aquí nadie lo quiso oír, dentro del Partido Colorado. Entonces quejóse amargamente de aquel vacío hecho en perjuicio de quien había sido tan partidario “como para no cambiar su sacrificio de la campaña de Quinteros por todas las glorias del César”. Nadie, por poco que razonara, podía pensar, sin embargo, que un partido que concluía de vencer, orgulloso de su triunfo y de los jefes que lo habían conducido a la victoria, iba, al otro día puede decirse, a ponerse en contra de su caudillo llamándolo traidor y tachándole de apóstata. De ese modo, luego de una incidencia personal con Fortunato Flores, retornó a Buenos Aires para reasumir la redacción de “El Pueblo”, que presto abandonó por enfermedad, yéndose a descansar a

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