Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1232

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Rosario de Santa Fe. En Montevideo, José Cándido Bustamante lo acusó de haber vendido por dinero su retirada de la prensa...

Invitado por el Dr. Bonifacio Martínez para co-redactar “La Opinión Nacional”, vino a la capital, pero fué imposible la convivencia. Entonces lanzó el prospecto de un diario propio opositor, que iba a llamar “El Nacional”, y de cuyos rumbos podía juzgarse por el lenguaje del anuncio.

Flores — hombre y dictador al fin — no quiso tolerarlo más, y la policía lo embarcó para Buenos Aires el 17 de julio del 66. Estalló en el exilio, desde “El Pueblo”, con nuevos ataques — vehementes y terribles — contra Flores, contra el Brasil, contra la alianza y contra Mitre.

Así, ardiendo en odios, publicó alborozado — el 20 de febrero de 1868 — la noticia del asesinato del general Flores, ocurrido en Montevideo dos días antes, con detalles truncos o desfigurados adrede de los sucesos.

“Salud y firmeza — terminaba — a los revolucionarios orientales!...

“Reconozco la sangre de mi sangre en aquellos soberbios sostenedores de la dignidad de mi patria!

“La justicia empieza para los pueblos del Plata”.

La verdad vino a desengañarlo muy pronto, y de la revolución blanca que encabezara Bernardo Berro, sólo restaban el cadáver de éste y el del general Flores.

El gobierno tolerante del general Lorenzo Batlle abrió a Tezanos las puertas del país, y luego de haber sido secretario del general Enrique Castro en los días en que se combatía a los revolucionarios del coronel Timoteo Aparicio en 1871, fué electo diputado por Durazno para la legislatura inaugurada el año 73, en una reñida lucha de grupos personalistas.

Incorporado al grupo de los colorados netos, hizo estrecha alianza con José Cándido Bustamante, olvidando mútuamente sus brutales agravios, y se convirtió en uno de los más enconados enemigos del grupo principista y del gobierno del Dr. Ellauri.

La lucha en la prensa y en el parlamento fué adquiriendo poco a poco caracteres desconocidos todavía en nuestra historia, y del terreno político descendióse a otro personal, difícil de imaginar, que tuvo estallido máximo el día en que, en plena sesión de la cámara, el diputado Julio Herrera y Obes acusó a Isaac de Tezanos de haber vendido su voto en la elección presidencial de 1873. Tezanos negó la imputación ahogado por la ira, pero a la vista de todos los antecedentes que luego salieron a luz, quedó de manifiesto y probado que, cuando menos, el diputado por Durazno había recibido de manos de otro diputado, — José Pedro Ramírez — determinada suma de dinero que decía ser necesaria para que algunos compañeros políticos y electores de Du-

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