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VARELA, JACOBO Adrián

Ministro de Estado, pedagogo y político. Vió la primera luz en Montevideo el 4 de febrero de 1841, hijo de un unitario argentino escapado de las persecuciones de Rosas, Jacobo Dionisio Varela, hermano del poeta Juan Cruz y del publicista Florencio. Se educó esmeradamente, en el período de la Guerra Grande, cuando su familia soportaba los rigores del sitio de Montevideo, pero sin decidirse por ninguna carrera universitaria ni tomar afiliación en ninguno de los partidos militantes, neutralizado por decirlo así, en un ambiente donde había colorados y blancos, y concluyó por encauzar sus actividades al comercio, en que actuaba su padre. Se interesó por las cuestiones educacionales que, después de un viaje a los Estados Unidos y por sugestiones de Sarmiento, habían convertido a su hermano José Pedro en un entusiasta propugnador y formó parte de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular. Cuando Carlos María Ramírez fundó, en 1871, su periódico “La Bandera Radical”, lo acompañó en su propaganda, colaborando en la nueva publicación, para incorporarse en 1872 al Partido Radical que proclamaba su independencia de los partidos históricos. Para Varela el caso no significaba nada más que poner un rótulo a sus ideas neutralistas, de que solo había de abjurar muchísimos años más tarde. Destruído el 15 de enero de 1875 el orden constitucional por un motín militar, en cuya comisión colaboraron las fracciones netas de ambas parcialidades tradicionales, se alejó aun más. de la política, aplicándose a colaborar en las tareas pedagógicas en que su hermano José Pedro, nombrado inspector nacional de escuelas por el dictador Latorre, consumía las energías de su vida.

Habiendo fallecido el Reformador, el gobierno, por indicación de la Sociedad de Amigos consultada al efecto, dió el cargo vacante de inspector nacional a Jacobo A. Varela el 5 de enero de 1880.

No era el nombrado un pedagogo de cartel como Berra, ni poseía las capacidades de Emilio Romero, pero era necesario un candidato que no levantara resistencias en el espíritu de la gente que mandaba en el país, y en esa tesitura sus compañeros decidiéronse por la candidatura de Varela que, “habiendo vívido constantemente con su hermano”, habría tenido por necesidad que sufrir su influencia y sentirse animado del mismo espíritu, además de concurrir en él las cualidades del “hombre de muy buena inteligencia, bastante laborioso y de una integridad a toda prueba”. No se equivocaron en la indicación, pues los diez años que Jacobo Varela estuvo en su puesto, significaron en primer término, el consolidamiento y quien sabe si no también, el triunfo definitivo de la Reforma en el período más peligroso, cuando las fuerzas oscuras de la

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