Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1260

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reacción y del sectarismo confesional, cambiando la táctica de los primeros tiempos, derivaron a los ataques al sesgo — protesta por vía de las señoras católicas por ejemplo — y a la propaganda subterránea. Librepensador “que tenía viva la marca de fuego del Syllabus” al defender la escuela laica, no peleaba, como se ha escrito, contra molinos de viento. Sus adversarios también aquí, abrigaban miras de exclusivismo y preponderancia. Debe notarse, en esta faz de la lucha, que las tendencias liberales del gobierno de Santos influyeron en la obra defensiva de los modernos métodos racionales y libres de la enseñanza oficial. El inspector por su lado, coadyuvó a otras orientaciones de gobierno, como la vez que, participando en la obra de reivindicación histórica de Artigas, proscribió como texto de clase el libro de Francisco A. Berra, donde mal juzgaba la figura del prócer.

Las memorias oficiales correspondientes a su época, informan, con amplio detalle, de la obra constructiva del segundo inspector, mereciendo particular destaque su cuidado por la enseñanza femenina, creando en 1882 el Internato Normal, con. un edificio propio cuya piedra fundamental se colocó el 1° de mayo de 1883 en el predio de la calle Colonia y Cuareim, en ceremonia solemne presidida por Santos. Especial mención debe hacerse también del Museo y Biblioteca Pedagógicos, creados en 1879, y, asimismo, de la actuación de Varela en el Congreso Internacional de Pedagogía de Buenos Aires en 1882, donde junto con el doctor Vázquez Acevedo, llevó la representación del país. Su período de dirección tuvo un paréntesis cuando, en octubre de 1882, se produjo un conflicto con el Poder Ejecutivo que aparejó la renuncia del inspector nacional. Sin embargo, el presidente Santos, pasado el arrebato del primer momento, mandó ofrecer a Varela, en un bello rasgo de nobleza, el puesto de que se había alejado. Varela, correspondiendo a la actitud del Presidente, consintió en reintegrarse a la inspección, después de llegar a un acuerdo sobre ciertos puntos de marcha futura. Permaneció en desempeño de sus funciones hasta que el presidente Tajes lo llamó a ocupar el Ministerio de Hacienda, en marzo de 1889, cargo del que hizo abandono cuando la lucha política alrededor de la sucesión presidencial empezó a acentuarse. Por esta época, Varela había llegado a desesperar de la desaparición de los partidos históricos que se disputaban el gobierno de la República, y ante la esterilidad a que conducían el abstencionismo y el fracaso de los nuevos planes ideológicos, creyó también que lo razonable y patriótico era llevar los partidos al terreno de la evolución, infundiendo vida nueva a los viejos bandos, carentes de educación cívica y de preparación democrática, pero al fin y al cabo las únicas grandes y efectivas fuerzas políticas del país. Entonces, de acuerdo con la tradición

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