Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1267

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dor frustró sus esperanzas, y fué el general Lorenzo Batlle el que obtuvo la mayoría de la Asamblea.

En la nueva presidencia observó una actitud dudosa, en contacto con caudillos irresponsables como el coronel Máximo Pérez, o demasiado politiqueros como el general Francisco Caraballo, los cuales, con medido intervalo de tiempo, se lanzaron a campaña agitando bastardas banderas. Por su participación en el levantamiento de Caraballo, de mayo a julio del 69 — la Revolución Cursista — que pretendía rehabilitar el Banco Montevideano, fué obligado. a salir del país; y desaforado por la Cámara de Senadores, vióse deportado a los pocos meses, cómplice en otra tentativa de alterar el orden público.

Sus entendimientos subversivos con el mismo Caraballo y con el doctor Andrés Lamas, en 1871, durante la revolución de Timoteo Aparicio, están probados documentalmente en el archivo Fernández Saldaña.

En oposición al gobierno del doctor Ellauri, en 1873, formaba en el grupo de los colorados netos, y cuando estalló el motín militar del 15 de enero de 1875, los jefes sublevados de la guarnición de Montevideo lo invistieron con la dictadura “en nombre del país” y con el titulo de “Gobernador Provisorio”. El 22 de enero, después de expulsar de su seno a todos los legisladores de la oposición, las cámaras nombraron a Varela presidente de la República, en un acto de verdadera simulación, hasta el 1° de marzo del año 1877.

Su gobierno, sin embargo, sólo sobrepasó pocos días el término de un año, y durante ese año, justamente llamado Terrible, Varela, en medio del desastre financiero y el máximo desorden administrativo, teniendo que hacer frente a la reacción armada de la ciudadanía que ceñía la divisa tricolor, fué juguete de una verdadera jauría de hombres de presa y de ambiciosos sin escrúpulos.

Después de buscar y lograr la colaboración del doctor Andrés Lamas, que vino de Buenos Aires como salvador de las finanzas pero no hizo otra cosa que anarquizar los pocos elementos que permanecían adictos a Varela, concluyó por entregarse a su Ministro de Guerra y Marina coronel Lorenzo Latorre, Militar reiteradamente infiel, taimado y ambicioso, a quien Varela probablemente le había salvado la vida (véase Carlos Gaudencio) le pagó poniéndolo en el caso de abandonar el gobierno el 10 de marzo de 1876 y refugiarse bajo pabellón extranjero, para luego emprender camino del destierro.

Varela, radicado en la Argentina, incapaz de darse cuenta de su total quiebra cívica, maquinó inútilmente contra la dictadura de Latorre, y más tarde contra la dominación santista, llegando hasta cristalizar sus proyectos en el movimiento, sin trascendencia, que el coronel Simón Martínez intentó en el departamento de Salto el año 1881.

De vuelta al país en el gobierno del general Tajes, el doctor Julio

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