Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1299

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política, las turbas azuzadas desde las alturas lo rodearon, amenazándolo de muerte, al salir del recinto legislativo.

Distanciado a su turno del presidente Bernardo Berro, sucesor de Pereira y su acusador en el Cerrito, negóse a llevar la divisa blanca que aquel gobernante instituyó como obligatoria a todos los ciudadanos de producirse la invasión revolucionaria de Flores. Por esta causa Velazco fué preso por el Jefe Político Botana y retenido ocho días en la cárcel. Confirmó así su fama de hombre voluntarioso y violento de carácter, que en octubre de 1857 había merecido severísimas sanciones del Superior Tribunal por agresión a su anciano presidente el doctor Salvador Tort “en plena Academia de Jurisprudencia, con premeditación y alevosía”.

Sin perjuicio de ser sometido a la justicia ordinaria, se le suspendió en el ejercicio de la profesión por el término de cuatro años en los juzgados inferiores, y por ocho ante el Tribunal.

Persistiendo en su tenaz oposición a Berro, cuando éste, en los últimos meses de su mandato, desterró a los senadores no adictos a su política, el Dr. Velazco, junto con el escribano Pedro Díaz, también enemigo del Presidente, fueron recluídos en el pontón de la bahía, de donde más tarde pudieron trasladarse a la cañonera italiana “Fulminante” para seguir viaje fuera de cabos.

Tuvo participación en el movimiento revolucionario del coronel Timoteo Aparicio, y después de la paz del 72, votado por Canelones, entró a la cámara de diputados en 1873, sumándose al grupo de los blancos netos.

En los escandalosos sucesos que se iniciaron con el motín del 15 de enero de 1875, fué un conspicuo y decidido elemento a servicio del atentado institucional y el día que la cámara expurgada de opositores reabrió sus sesiones, el 15 de febrero del 76, mereció el triste honor de presidirla.

Cuando el coronel Lorenzo Latorre se declaró dictador, aceptó formar parte de su primer gabinete tomando la cartera de Relaciones Exteriores que se le confiaba por decreto de 15 de marzo de 1876.

Retuvo el puesto hasta el 24 de setiembre de 1877, fecha en que Latorre se deshizo inopinadamente de su colaborador, aceptándole una renuncia que el Dr. Velazco parece que ni siquiera había pensado presentar. Alegó el ex-ministro, más tarde, para explicar este capítulo lamentable de su vida política, que el dictador lo llevó a colaborar en el gobierno con falsas promesas de que haría una gestión política muy distinta a la realizada después. Pero frente a ese alegato tardío, puede levantarse la objeción de que sobraban motivos para juzgar falaces las palabras de Latorre, con mucha anterioridad a los dieciocho meses que duró su ministerio.

Eliminado del gabinete, el Dr. Ve-

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