Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1305

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cipió Rosas por señalar a los religiosos jesuítas como simpatizantes de los unitarios, luego prohibió que se frecuentara su iglesia de San Ignacio y al fin, el 4 de octubre, saliendo de la misma residencia de Rosas, la mazorca recorrió las calles de Buenos Aires al grito de Mueran los Jesuítas, ingratos, salvajes unitarios! El superior, sin esperar a que el colegio fuese asaltado conforme a las amenazas, optó por cerrar las puertas y escapar para Montevideo bajo disfraz, sustrayéndose a las iras del tirano.

Mientras estos sucesos se incubaban, Vera apresuraba sus estudios para ordenarse sacerdote, y en junio de 1841 regresó al Uruguay para ser nombrado Teniente Cura de Canelones. Interinó el curato como vice-párroco de la misma hasta agosto de 1852, fecha en que recibió la categoría de Cura Vicario Foráneo, continuando en Canelones hasta completar 16 años de ejercicio de su ministerio.

En ese largo período de tiempo, que comprendió el oscuro término de la Guerra Grande, Vera mantuvo su neutralidad entre los bandos contendientes, dando muestras de abnegación, de sencillez y de espíritu caritativo que le granjearon la simpatía general, a punto de que fué electo diputado por el departamento de Canelones para la 8ª legislatura de 1858, pero el párroco hizo dimisión de su banca.

Vacante el Vicariato Apostólico a la muerte de José Benito Lamas en 1857, se entabló una enconada lucha de candidaturas entre el elemento católico. Hallábase entre los elegibles el párroco de Canelones, que contaba con el apoyo del delegado Marini, residente en Paraná, el cual — según voces corridas — reflejaba la voluntad del Papa Pío IX. Siendo evidente que Vera tenía el beneplácito de la Compañía de Jesús, la conformidad de Pío IX podía descontarse de antemano.

Empeñados sus adversarios, que hasta lo combatieron por la prensa, en hacer imposible su candidatura, el cura Castro Veiga le entabló un juicio criminal ante el juez ordinario de Canelones, con el escándalo que es de suponerse. El juicio, demorado por varias causales y por incidentes de trámite, no alcanzó a sustanciarse sin embargo.

Poco resultado dió el extremo recurso, pues el 26 de mayo de 1859, Vera recibió de la corte romana los títulos correspondientes. El gobierno de Pereira, velando por los derechos de patronato que correspondían al Poder Ejecutivo de la Nación, detuvo el título y fué menester que se expidiese en Roma otro nuevo el 4 de octubre, previo envío de una terna elevada por el gobierno, en la que figuraban, por orden, Santiago Estrázulas y Lamas, Vera y Juan José Brid. El Ejecutivo, recibida la comunicación de Marini, la pasó todavía al Tribunal de Justicia para que la considerara, teniendo a la vista los autos del juicio Castro Veiga, y el Tribunal aconsejó

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